Hay días que parece que nos mueve una energía invisible, tanta, que nos levantamos como si nos hubiéramos tomado por la noche uno de esos batidos concentrados multivitamínicos, a los que lo mismo se les echa un puerro que una acelga, una alcachofa o unas hojas de espinaca, verde verde verde…
Miramos hacia un lado y hacia otro recién despegada la pestaña, pensando de repente que hay que renovar los estores. Así que vamos derechitos a la tienda sin mediar palabra (mejor dicho, sin reflexión que medie), y descubrimos anonadados de qué manera han cambiado estos artilugios en formas, tamaños, variedad de colorido… Y así, comienza una especie de diálogo interno que no tiene fin.
-¡Qué faena tan grande! ¡¡Ahora éstos no irían con nada!!
Por lo que volvemos a casa con una inmensa decepción.
Pero claro… nuestras cabezas no se conforman con eso, no, no, ¡qué vaaaa!… Como cojan un tema, siguen y siguen maquinando, dándole caña a esa idea transformadora. Así que se toma la decisión del siglo:
-Si se pone el estor tan bonito de París, hay que pintar la pared, porque este tono ya no pega.
¡Craso erroooor! ¡Ahí empieza todoooo!
-La nueva pintura ya no va con los muebles; los modernos ahora tienen otras medidas, así que habría que tirar ese tabique para alargar esta habitación.
-Entonces tendríamos que mover esta puerta de sitio-, te dice una voz que, seguramente, sea interior.
-Y si se cambia esa puerta, ¡¡ya hay que cambiar todas las del pasillo!!-, te susurra otra vooz, más interior todavíaaa…
-Pues si se quitan las del pasillo, ¡la de la entrada tiene que ir fueraaaa!-, te rumorean una vez más, en este caso desde una especie de caveeeerna, presagiando el desastre...
-Pero mejor, ya que estamos, la del baño la ponemos corredera…-, (a estas alturas ya se ha comenzado a hacer números…).
-Entonces habría que quitar los azulejos y ya se pintan las paredes de verde… (la cabeza está empezando a echar humo…).
-¡Pues aprovechamos y ponemos dos lavabos!…
-Ya, si eso, colocamos también dos espejos, que ahora se llevan mucho…
-Y ¿qué tono de verde, entonces?
-Verde batido multivitamínico, de esos que lo mismo llevan un puerro que una acelga, una alcachofa o unas hojas de espinaca, verde verde verde…
Entonces, de pronto, nos surge una inspirada solución, tan salvadora:
-¿Y si, en vez del estor de París, ponemos uno blanco, lisoooo????