OPINIóN
Actualizado 03/02/2022 13:10:57
Antonio Costa Gómez

Soy un Benefactor de la Humanidad. Vivo en Salamanca. La inspiración me vino en la Biblioteca Torrente Ballester. Antes yo empujaba la puerta y entraba. Y no había ningún problema. Pero un día decidieron poner un mecanismo por el que la puerta se abre ella sola sin que la toques. Es decir, se abre a veces, cuando le da por ahí. Y si no, hay que hacer gestos varios.

Entonces yo inventé una máquina para rascar la nariz. Y una máquina para sentarse en un banco sin necesidad de sentarse. Y después una máquina para apartarse los calzoncillos del culo. La gente lo hacía perfectamente con la mano, pero después mi máquina se convirtió en una necesidad para ellos.

Pero mi invento principal fue una máquina transaccional de producir pedos. Yo echo un pedo y lo disfrutan al instante en Tombuctú. Los pobres habitantes de Tombuctú no tenían hasta entonces la posibilidad de disfrutar mis pedos sin esfuerzo. Se había inventado como transferir imágenes o sonidos. Pero yo inventé como transferir los olores.

Perfeccioné mi invento continuamente y cada diez minutos sacaba una nueva edición. Me gustaba ver como miles de personas iban sin aliento cada mañana antes de las 9 para comprar el último modelo. Me hice muy rico, inmensamente rico. Y me gustaba sentir mi poder sobre ellos. Yo estaba en un bar en la calle Canalejas, tomando un Burdeos exquisito sin diseñar, al lado de una mujer encantadora sin diseñar, y miraba como se atropellaban todos en las tiendas de tecnología para comprar mi máquina.

Me siento tan bien. He aumentado mucho mi cuenta corriente y voy a cotizar en Bolsa. Vivo en Salamanca. Soy un benefactor de la Humanidad.

ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR

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