OPINIóN
Actualizado 19/01/2022 08:05:34
Ignacio Martín

Hoy voy a abrir ese melón, ese elefante en la sala. Y que sea lo que Dios, o el ser supremo de su preferencia, quiera. Y gracias, Pepe, por la idea.

Ya sé que, en España, hablar de películas o series subtituladas, para mucha gente, todavía es como mentar la bicha. Yo era de esos, hace casi treinta años, pero tengo que confesar que, cuando vine a México, en pocos meses me pasé al dark side. Y mejoraron, sin que me diera mucha cuenta, pronunciaciones, incluso, mañas de filólogo, porque ahora, cuando veo series nórdicas “pillo” palabras sueltas, me doy cuenta de orígenes de otras… O descubro la cantidad de préstamos de nuestro idioma que usan en Estados Unidos desde aquellas películas del Oeste que veíamos en “Sesión de tarde” antes de quedar con la pandilla.

Eso sí, de este lado del charco, también se exagera con las burlas respecto al doblaje de allá –llevo esos casi treinta años escuchando burlas porque alguien dice que oyó a James Bond decir jolines– porque aquí también hay, y había, doblaje y, por usar un mexicanismo, no cantan mal las rancheras.

Por ejemplo, en los 90, una serie que no recuerdo como especialmente exitosa, Canguros, la vi –bueno, algunos capítulos– doblada al español de México: quedó grabada en mi memoria una Maribel Verdú proveniente de un pueblo de Jalisco y que hablaba como la India María... personaje muy popular por acá en aquellos ayeres.

Me pareció ridículo y un tanto ofensivo... Como me lo siguen pareciendo los pitidos en las "malas palabras"... O que, simplemente, las silencien.

Sin embargo, no recuerdo haber leído críticas a ello (¿por qué no protestaron entonces? sería el "argumento"); de hecho, cuando se lo comenté a amigos de acá, algunos lo justificaron, quiero pensar que burlonamente...

El rizo rizado actual fue cuando vi que Netflix ofrecía para Roma subtítulos de español de España; quiero pensar que tan soberana estupidez obedece a un asunto medio burocrático; me entristecería mucho pensar que haya habido una petición masiva por parte de mis paisanos de allá... Desde luego, por acá, como con los asuntos de que haya todavía peninsulares que escriben “Méjico”, hubo –va otro mexicanismo que seguro entenderéis– gritos y sombrerazos.

Creo, como escribía el domingo don Javier Marías, que el bien decir –y su correlato, bien registrar el sonido para reproducirlo a cabalidad– no vive sus mejores días. Aunque también creo que la mayoría de los usuarios de Netflix allá no han solicitado a la plataforma esa opción de subtítulos... Ni creo que la usen... Y que los de acá han visto Merlí en catalán o El sabor das margaridas en gallego, y no han tenido problema. Y también me atrevo a asegurar que unos y otros seguiremos hablando como nos dé la chingada gana –todos saben poner la palabra equivalente en español de allá–, pero me temo que lo que seguirá trascendiendo es el griterío de las muchas inquisiciones que moran, nowadays, nuestros tiempos y espacios: cualquiera de los grupos que creen que solo ellos/ellas lo hacen bien y que representan a mayorías o incluso totalidades.

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