Una rana se montó encima de una tortuga y así iban hablando:
Decía la rana: - ¿Cómo es posible que te tomes la vida con tanta tranquidad? ¿Cómo es posible que andes tan despacio?
Y la tortuga respondió:
No es el tiempo que tarde lo que cuenta sino lo que has aprendido al llegar.Tú vas saltando a todas partes, ¿pero que has vivido de todo cuanto atraviesas en tu camino? No estas en ninguna parte, aunque vayas a todas.
Yo, sin embargo, estoy donde estoy y el camino que recorro nunca más lo olvido ni lo he de volver a andar (Esopo)
Vivimos siempre tan apurados, que no tenemos tiempo para conocernos y conocer a otras personas. Pero lo peor de todo es que ni siquiera nos damos un tiempo para reflexionar y disfrutar del presente. El presente no viene como “suerte”, se consigue, se edifica. No es el resultado de un “destino” marcado a fuego por alguien que maneja vidas desde un ordenador divino, es el resultado causal – tampoco casual – del uso del don de la libertad. A esto se refería Amado Nervo cuando afirmaba que:
“Si extraje la hiel o la miel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas.
Cuando planté rosales coseché siempre rosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno,
más tu no me dijiste que mayo fuese eterno…”,
A veces es duro vivir en el presente, estar atentos a lo que ocurre, pues el pasado y el futuro siguen en nuestra mente. El pasado está lleno de culpabilidad: “Tenías que haber hecho esto” y el futuro se percibe lleno de preocupaciones. Sin embargo, la vida real está en el aquí y en el ahora.