OPINIóN
Actualizado 11/01/2022 07:50:53
Francisco Delgado

En el campo de la creación artística, tanto en literatura, como en pintura, en escultura, en cinematografía, etc., siempre se ha tendido a separar la obra creada por un artista y su vida privada. Solo en las últimas décadas algunos investigadores han comenzado a poner la atención en los aspectos biográficos de los creadores y explorar la relación entre sucesos significativos de su vida y las características de sus obras.

En términos generales podríamos decir que la relación entre unos aspectos y otros (entre sucesos o relatos de su vida y características de las obras) no es obvia. O al menos no se considera tan significativa como se descubre, cuando se analizan unos y otros aspectos.

Pondré dos ejemplos de dos grandes personalidades creadoras de nuestra Historia española, en los que he trabajado. En mi segundo libro sobre la vida de Cervantes( aún no publicado), escrito desde una perspectiva que pone el foco en sus relaciones con su esposa Catalina de Salazar y su hija Isabel de Saavedra, me di cuenta de un “pequeño detalle”, que revelaba la importancia que ambas tenían en su vida emocional; el comienzo de su novela “La española inglesa” es el siguiente: Catalina, la mujer de Clotaldo, noble, cristiana y prudente señora, tomó tanto amor a Isabel que, como si fuera su hija, la criaba, regalaba e industriaba; y la niña era de tan buen natural, que con facilidad aprendía todo cuanto le enseñaban”. Es obvio que no se puede atribuir a una casualidad el que el autor eligiera los nombres de los dos personajes más importantes de su relato, idénticos a los de su esposa e hija. Aunque quizás no fue un hecho consciente en el escritor, no deja por eso de tener una gran importancia en su vida emocional.

El segundo ejemplo se refiere a los libros que según la propia Santa Teresa, fueron decisivos en el desarrollo de su vida espiritual. Santa Teresa, previamente a ser una gran escritora, fue una gran lectora (como suele suceder). Como libros decisivos en su vida cita los siguientes (además de los Evangelios y el Antiguo Testamento): Las Epístolas de San Jerónimo, El Tercer abecedario del franciscano Francisco de Osuna y Las confesiones de San Agustín. No es momento para exponer cómo estos tres libros fueron faros en la travesía de su larga vida espiritual, pero al menos diremos que todo lo que aportó Teresa de Ávila sobre las estrategias del alma en la búsqueda de encuentro con Dios, hunde sus raíces en los libros de San Jerónimo y de Francisco de Osuna. Y cómo su concepto de pecado es tomado del libro de San Agustín.

Esto nos lleva a concluir que si Santa Teresa, ávida e incansable lectora, no hubiera leído los escritos de San Jerónimo y los de Francisco de Osuna, no hubiera podido quizás imaginar y llevar a cabo la reforma de la orden del Carmelo, basada en el recogimiento, la oración y la pobreza, como condiciones del proceso de espiritualidad. Ni habría tenido, posiblemente, un concepto del pecado tan amplio, si no hubiera leído y asimilado el que San Agustín tenía.

Finalmente, es obvio que como escritora y autora de libros como Las Moradas del alma y Camino de perfección , siguió la tarea de la escritura de las complejidades de la vida espiritual que había conocido en la lectura de los autores citados.

Etiquetas

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Estudiar la vida de un creador es conocer más profundamente su obra