Quitan el autobús 11 que lleva a los centros comerciales. Mantienen en plena calle mayor un edificio sujeto con grapas herrumbrosas de hierro. Le conceden en la Fonda Veracruz un local al Ateneo pero llevan nueve años sin arreglarlo. Empiezan obras ruidosas y molestas pero tienen otras abandonadas desde hace tantos años. Dejan el Tormes lleno de basuras en ciertos sitios y calles perdidas en la incuria.
Construyen (o permiten) un Palacio de Congresos y Exposiciones mastodóntico donde nunca hay un congreso ni una exposición. Nombran a un futbolista embajador turístico de Salamanca. Llenan de bancos de piedra una calle estrecha donde nadie se sentará y no ponen ni uno en la plaza del Liceo. Dejan que una valla de hojalata perdure durante milenios en la plaza de San Román volviéndola triste y fea. Eliminan edificios históricos y sugerentes y ponen otros impersonales y sin vida. Arrasan barrios enteros para construir edificios prepotentes e impersonales.
Organizan una actividad cultural que da vergüenza al lado de la que organiza Casa Lis. Permiten que montones de edificios sugerentes e invitadores se mantengan cerrados y llenos de arañas. Te dan un trato impersonal a través de máquinas, ahorran en nosotros y gastan en absurdos. Promueven una estética triste y desolada. Dejan que caigan trozos de la muralla. Ignoran los tesoros abandonados por la ciudad. Te llenan de polvo y de furia con sus obras interminables durante años. Empiezan una obra y la olvidan para irse a dar discursos desde los ventanales. Colocan esculturas adefesios de poetas anodinos y le niegan durante años una calle a Aníbal Núñez. Quitan máquinas de gimnasia donde las usan muchos y las ponen donde no las usa nadie. Escribo con el estilo escueto de las sagas islandesas. ¿Hay algo que comentar?
ANTONIO COSTA GÓMEZ