Sí, ya se va un año, de acuerdo, pero ¿qué va a venir ahora, si puede saberse? Porque todo esto que está pasando con la pandemia, todo lo que está causando esta debacle emocional en las personas, no sé yo cómo va a arreglarse. Que a lo mejor muchos (as) se quedan por el camino. Por ese camino que un día, hace dos años, se rompió de repente así, de un día para otro. Y Pedro se quedó sin trabajo sin comerlo ni beberlo y como Esther no trabajaba porque había que cuidar a Sofía, la niña pues….todo a la mierda. ¿Y ahora qué hacemos? La mujer tiene que ir tres veces por semana a los servicios sociales a recoger una bolsa de comida y pañales, sobretodo pañales para la niña.
Y luego está el miedo. Porque mi amigo Fernando tiene un cuñado que se infectó, él dice que cree que le parece cuando estuvo con la panda tomando unas cervezas, y al poco Cecilia, su mujer, empezó a sentirse mal del estómago y que no respirada bien, como que le faltaba el aire a saltos, decía ella. Y Fernando se alarmó, llamó a Urgencias. Y cuando vio la cara que ponía el médico, una lágrima se le escapó, por la cosa emocional y eso. La intubaron. Y hace tres días…
Se lo cuento así, a la pata la llana, porque es que escribir en modo literario no me sale, no me sale. Ahora mismo estoy bajando las escaleras del Tanatorio. Coci ya no está, en un suspiro no más. Lo que es la vida y lo que no es. Porque estás y de repente no estás. Lo que dice Eulogio, el del Bar, que es que ya no se puede pensar en lo que vas a hacer la semana que viene porque a lo mejor no llegas.
Ya se fue un año y yo no sé si estaré aquí para… ¿para cuando?, Un poeta sevillano llamado Luis Cernuda escribió un libro titulado La realidad y el deseo. Cosa cierta esa porque ahora mismo la realidad hace que casi ahogues cualquier tipo de deseo. Porque, ya digo, es que…de repente no estás.