Se dice que cuando mejor se conoce a las personas es en las adversidades. En este caso se trata de un problema que nos afecta a todos, la pandemia.
Estas es mi breve valoración personal, con la única intención de contrastar con la suya, que ya la habrá hecho, muchas veces, porque es de lo que más hemos hablado en estos años.
La grandeza de los seres humanos se ha puesto de manifiesto de muchas formas. Una vez más, como ocurre cuando hay catástrofes, ha salido a la luz lo mejor de nuestra especie. Es el triunfo de la razón y el buen corazón.
La ciencia ha reaccionado y conseguido la vacunas en muy poco tiempo.
La tecnología ha permitido multiplicar y producir millones de dosis de las vacunas.
Europa, nuestra Europa, se ha puesto de acuerdo para comprar y distribuir las vacunas.
El gobierno central ha distribuido bien las vacunas y los gobiernos autonómicos han organizado la vacunación de manera muy eficaz.
Por mi parte, felicito a los gobiernos autonómicos..
Los sanitarios han tenido un comportamiento heroico. Les hemos aplaudido con entusiasmo.
La mayor parte de los ciudadanos hemos aceptado y agradecido la vacunación. Debemos felicitarnos.
Seguro que usted puede añadir otras buenas noticias sobre todas aquellas personas y servicios públicos que han colaborado con unas u otras ayudas: las fuerzas armadas y de seguridad, los agricultores y ganaderos, los transportistas, los comerciantes, etc.
Pero desgraciadamente también hemos comprobado las miserias humanas:
El egoísmo de las naciones más ricas se ha puesto de manifiesto, siguiendo ese eslogan tan cruel que usan los políticos nacionalistas: “nosotros primero”.
Nuestro gobierno central, que tiene legalmente el deber de coordinar el afrontamiento de las pandemias, ha hecho aguas en muchos sentidos: seguimos sin ley sobre pandemias, provocando que los jueces tomen decisiones discrepantes, tuvo problemas con la compra de respiradores, no ha tenido un verdadero comité de expertos, etc.
Gobierno y oposición no han sabido cooperar en una situación como esta.
Nuestro presidente hace profecías sucesivas de triunfo sobre la pandemia al final de cada ola, etc. Si sigue así, espero que finalmente acierte.
En varias autonomías, han convocado elecciones innecesarias para los ciudadanos o provocado mociones de censura, en plena pandemia.
Antes de la sexta ola, la ministra sanidad nos aseguró que en España teníamos “acorralado” al coronavirus ¡Qué lucidez!
Un número importante de ciudadanos han considerado que tenían derecho a no vacunarse. No son pocas las personas que creen que los derechos son naturales, indiscutibles e individuales, sin limitación alguna. Son errores propios de las democracias liberales y los fallos educativos de las familias y las escuelas. Estamos en una sociedad en la que no es infrecuente que las personas crean que tienen derechos pero no obligaciones.
No hemos sabido enseñar que los derechos son una invención maravillosa de personas idealistas que han logrado consensuarlos en organismos internacionales. Los derechos implican la responsabilidad de reconocerlos en los demás (el derecho a que sea protegida y cuidada nuestra salud, por ejemplo) y a que no se haga daño a los demás al ejercer nuestros supuestos derechos.
Estimados “negacionistas”, y estimados conciudadanos que anteponéis vuestras ganas de fiesta os digo: si no os sirve la ética kantiana para saberos culpables de dañar a los demás, si además no estáis motivados por mejorar vuestra autoestima haciendo algo para cuidar vuestra salud y la de los demás, os recomiendo que leáis a uno de los padres más dignos e inteligentes del liberalismo (John Stuart Mill ,1859: “Sobre la libertad”). Un liberal responsable que escribe: “la única razón legítima que puede tener la comunidad contra uno de sus miembros es la de que perjudique a los demás” ( pág.49).
¿Cómo es posible que los gobiernos no hagan obligatoria esta vacuna, como si hacen con otras vacunas para proteger a la infancia? Y si no es así ¿Por qué priorizan ganar elecciones permitiendo botellones, fiestas en las que no se cumplen las normas que ponen los propios gobiernos?, etc.
Grandezas y miserias humanas, nos sigue fallando la razón ética, a no pocos gobernantes y ciudadanos ¿Podremos mejorar algún día?