Una mujer divorciada se escribe cartas a sí misma
Querida,
En los tiempos que revestidos con corales devanabais silencios cómplices con la mirada, erais emoción e instinto antes que razón, lo que fue causa bastante para que unieras indisolublemente tu placer al de tu pareja, pero anteponiendo el suyo de tal manera que sólo disfrutabas en tanto en cuanto lo hacía él, luego por la cuenta que te tenía te aplicaste en la indagación, aunque con extrema delicadeza, para conocer cuáles eran sus gustos, cuáles sus fantasías y qué papel te tenía reservado en el juego del amor. Mas tanto empeño en la entrega tuvo consecuencias; además de hipotecar tu pasión para el futuro, aquel desbrozar olas y navegar mareas se hizo crónico y le condujeron a reconocer únicamente tu amor en el fiel cumplimiento de sus deseos y en la satisfacción de sus expectativas. Sostienes que en ningún momento tuviste un destello de lucidez que te obligase a descubrir la ausencia de empatía, mas… ¿no crees que la apostasía de ti misma te impidió ver sus muchas sombras?
Mirando por ti
Tú