OPINIóN
Actualizado 22/01/2022 10:08:38
Rubén Martín Vaquero

Una mujer divorciada se escribe cartas a sí misma

Querida,

En aquellos años vuestro amor era un alabar a Dios, aunque algunas noches os acostabais heridos tras un inoportuno y pueril disgusto y tú, emboscada en el regazo de un suspiro, te hacías un ovillo esperando un gesto, supuestamente involuntario de él, que hiciese pedazos aquella fingida indiferencia…, mas nunca llegaba y te dormías con el alma desabrigada soñando con besos. Sin empequeñecer aquella rendida admiración… ¿por qué nunca se lo dijiste y dejaste que el silencio se precipitase una y otra vez? No se puede vivir eternamente encogida en secretos. Al menos en esta vida. ¿Cómo podías deducir en aquel derretimiento que era más inconstante que la luna?

Tomándome la licencia

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