Escribí en este medio la primera columna bajo este rubro en octubre de 2013. Para mi fue una invitación que acepté sin saber muy bien por qué, pero que terminó configurando una práctica muy relevante en mi existencia. Desde entonces y de manera puntual no he faltado a la cita cada miércoles haciendo un repaso a los temas más variopintos y sintiéndome plenamente libre tanto en la selección de los mismos como en los enfoques con los que los abordaba. Se trata de más de 400 textos que primero tuvieron una extensión de 400 palabras y que posteriormente se ampliaron a 500 palabras. Pretendía limitar lo que a veces constituye el síndrome de la verborrea en el escritor. Por otra parte, siempre he compartido el dicho de que lo bueno, si breve, dos veces bueno; lo cual no quiere decir que los textos fueran buenos, pero, al menos, sí que eran razonablemente breves.
Para mí ha sido un ejercicio semanal de introspección que me ha servido para alejarme del encorsetamiento que requiere el mundo académico, una servidumbre que tiene la escritura de quienes nos movemos en él. Además, debo decir que la decisión de acotar el número de palabras de cada columna me llevó a adquirir disciplina, cosa que agradezco. Ahora, ocho años después es tiempo de decir adió y lo hago con el año. Mi despedida es, por tanto, doble. En primer lugar, lo es con el tiempo que, por otra parte, coincide con el de mi próxima jubilación en la Universidad de Salamanca. En segundo término, lo es con ustedes, personas a quienes respeto y que en un momento u otro me han leído y que han dado sentido a algo que todo escritor o aprendiz de escritor busca. En este sentido les doy las gracias.
El paso del tiempo es inexorable y con frecuencia conduce a probar nuevos proyectos para no caer en la melancolía. Por ello hay que dejar atrás aquellos que durante años acapararon la atención. Es ahora el momento de dejar La esquina desnuda. Si hubiera tenido la fortuna de que usted, que ahora está leyendo esta columna, se hubiera encandilado con la misma a lo largo del tiempo en que fueron viendo la luz y quisiera guardar un recuerdo físico de su existencia puede encontrarlas en las dos publicaciones realizadas por la Editorial PasoHonroso (La Alberca, 47 – Salamanca-, correo electrónico: editorialpasohonroso@gmail.com).
Adiós