“A todos aquellos a los que no les alcanzó la vida para contar esto. Perdonadme porque no lo vi todo, no lo recordé todo, no lo intuí todo”
ALEXANDR SOLZHENITSIN, Archipiélago Gulag (dedicatoria), 1973
Las noticias procedentes de los países que integraban la extinta Unión Soviética, sobre todo las que no afectan directamente a la cuenta económica de resultados, son tratadas informativamente en los llamados países occidentales con una condescendencia y comprensión, cuando no indiferencia o desatención, que hace que en esos países se estén desarrollando impunemente y sin traba alguna, políticas de tipo totalitario, dinámicas fascistas, de imposición o claramente antidemocráticas, que están acelerando la deriva despótica de gobiernos e instituciones, que va hundiendo la convivencia en esos países, y contagiando rápidamente a los demás, en el indigno pozo de la opresión.
Que hace unos días el Tribunal Supremo de Rusia ordene el cierre de Memorial Internacional, una organización dedicada a investigar los crímenes de la antigua URSS (y de la Rusia moderna), consagrada a evitar el creciente dominio social de sectas político-religiosas y entre cuyos principios se encuentra potenciar la formación democrática mediante el conocimiento de la verdad y de la historia, da noticia, por la indiferencia que suscita ese cierre entre las cancillerías de los países llamados democráticos, de que ni envenenamientos demostrados (Navalny, Skripal), ni ocupaciones ilegales (Crimea), ni chantajes (Gazprom), imposiciones (Ucrania) o maniobras de asfixia política y social (Chechenia) ejercidos por los reyezuelos actuales de la cada vez menos imperial y más indigna Rusia, son motivo de alarma y ni siquiera atención en unas sociedades, las nuestras, sumidas en el estupor hoy de cifras y porcentajes, déficits (económicos y morales), ahogados en el espumillón de la nadería y, siempre, devotos de la interminable estupidez de la indiferencia.
Los estruendosos silencios ante los abusos y crímenes de los países del Este europeo ocupan todo el espectro político. Ni la izquierda política de los países europeos es capaz. Una izquierda entre cuyos principios debería estar el mayor acercamiento posible a la Justicia y la Verdad, y a la persecución y denuncia de la impunidad criminal del fascismo, y la batalla contra la manipulación histórica y los inventados relatos justificadores de la barbarie, es incapaz en los países llamados democráticos de denunciar en alta voz el comportamiento de los gobernantes de los otrora, según cierta izquierda, paraísos socialistas. Hundida en sus raquitismos electoralistas, adormilada por las moquetas y cegada todavía por el espejismo teórico de un materialismo equivocado, la izquierda política que asiste sin pestañear a la deriva fascista de los países del este europeo está liquidando los últimos restos de lo que pudo ser un proyecto más deseable que utópico, el auténtico comunismo, ya que no ha sido siquiera capaz de rectificar o pedir disculpas por el indigno comportamiento mostrado con sus patéticos puños en alto y sus musicales invocaciones a unos parias de la Tierra que nunca conoció, cuando las primeras denuncias contra los infiernos del llamado socialismo real (Gulag, Kolimá...), quisieron despertar las conciencias y abrir ventanas a la verdad en boca de Sajarov o Solzhenitsin, que fueron menospreciados y acallados por una izquierda absorta, sonámbula e hipnotizada, como hoy, por el estupor del pensamiento paralizado.
La respuesta del reaccionarismo occidental ante los comportamientos antidemocráticos de los gobiernos de la antigua Unión Soviética, es conocido. Verbalmente encendida su diatriba antidemocrática en los foros de escaparate, en realidad ayudan a convertirse en cómplices de la usura, el egoísmo, el esclavismo y la indignidad que el rampante capitalismo crea y mantiene en esos países dominados hoy, como los nuestros, por mafias, policías ocultas y crímenes impunes. Poco ha importando siempre a la derecha reaccionaria la libertad de las personas, los derechos pisoteados, el sufrimiento y el crimen provocados por una concepción de la libertad que, como en tantas ocasiones, ha convertido en una pueril instancia del ‘todo vale’.
Hoy se cerró en Rusia una (otra) ventana a la Verdad. Ayer se publicó en España el enésimo panfleto revisionista y absolutorio del imperialismo criminal de toda época. Mañana la verdad será un decreto. Después, ilegal el pensamiento.