OPINIóN
Actualizado 27/12/2021 08:35:40
Francisco López Celador

A pesar del color blanquecino del poco pelo que me queda, aún recuerdo mis cartas a los Reyes Magos. Soy consciente de que los servicios públicos, incluido el de Correos, carecían de los medios actuales, y esa era razón suficiente para justificar la poca coincidencia que existía entre lo que yo pedía en mis cartas y lo que aparecía al lado de mis zapatos. Seguramente se ha extraviado –me decían- o, tal vez, te lo traerán otro día. La verdad de aquellos desajustes la supe con el paso de los años. Sigo recordando también que, de una u otra forma, los reyes acudían puntualmente a la cita. ¡Y qué listos eran! Por más esfuerzos que hacía para ver si lograba sorprenderlos en plena faena, nunca lo conseguí.

Ahora que conozco su profesionalidad, quiero enviarlos una carta, no para que me traigan algo –que, menos salud, tengo suficiente de todo lo demás- sino para que se la entreguen al Niño Jesús, que sabes leer muy bien y la está esperando. Siempre he oído que la correspondencia es sagrada. Por eso, porque va dirigida a los más sagrado de este mundo, y porque no tengo secretos, quiero que todos –y todas, para que nadie se enfade- la lean.

España, 27 de diciembre de 2021

JESÚS (Hijo de María y José)

Portal de Belén

Querido Jesús:

Hemos estado cuatro semanas esperando tu llegada puntual la noche del 24, como hacemos desde hace 2021 años. Somos muchos los que contábamos los días, porque te necesitamos. Pusimos cuatro velitas en nuestras iglesias. Nerviosos, para que ninguna llegara a apagarse. Otros, más despreocupados, han querido adelantarse adornando algunas calles con símbolos que nada tienen que ver contigo. Se ve que desconocen el impagable cargamento que traes o que, conociéndolo, se creen capaces de contrarrestarlo. Olvidan que, cuanto más lo intenten, mayor será tu empeño en perdonarlos.

Hoy vuelvo a escribirte esta carta y pongo mis zapatos porque estoy seguro de que la leerás con el máximo interés, como haces siempre. Sabes quién soy, la edad que tengo y cuáles son mis necesidades. Por todo ello, hoy no te pido ningún juguete. Hoy pido por todos nosotros.

A pesar de tu llegada al pesebre, desde siempre has estado a nuestro lado. Nosotros solos nunca habríamos llegado hasta aquí. Tan cerca estás que socorres a todos los que salen a tu encuentro. Eres querido porque te vuelcas con los más necesitados. Tu mensaje es lo suficientemente claro para que todos lo entiendan. A pesar de todo, no faltan los que no acaban de comprenderte. Eres el paradigma del verdadero amor, de la justicia y de la verdad. Siempre has tenido muy claro lo que es del César y lo que es de Dios. Por eso te molestan la injusticia y los abusos. Lo hiciste, poniéndote serio, con los que quisieron convertir tu Templo en un zoco de mercachifles, charlatanes y usureros.

Tú, que todo lo ves, sabes cómo está el mundo y, a menor escala, cómo está esta España de tus amores. En tu estancia terrenal, dejaste muy claro cuál es el mejor sistema político: hacer el bien. El hombre, por egoísmo o por mala fe, suele mirar para otro lado y aplica la política del interés. Del interés propio y el de sus allegados. Conoces a todos los que están sin hogar, sin trabajo, sin alimentos, sin dinero, sin salud o sin nada, pero los políticos –que también lo saben- prefieren no verlo.

Aquellos granujas que aprovechaban la fiesta de la Pascua para enriquecerse a costa de los demás, conocieron, de primera mano, dónde estaba su abuso. No necesitaste a nadie para que las aguas volvieran a su cauce. Ante Pilato, también mostraste tu “neutralidad terrenal”, pero nunca has dejado de denunciar la injusticia, a la vez que pones remedio valiéndote de instituciones y particulares. Alguno se atrevería hoy a decirte que no te metas en política. Es el recurso de los inútiles y de los prepotentes. Los mismos que, llegado el caso, no dudan en intentar “arreglar” la religión.

Con esta humilde carta, quiero pedirte que nos eches una mano, que transformes a nuestros dirigentes en colaboradores de tus leyes. No pedimos más. En España estamos mal por culpa de quienes se olvidan de los demás y, en el resto del mundo, ya sabes cómo están las cosas y cómo sufrimos por esta pandemia que nos envuelve. Ilumínanos a todos para que esta Pascua sea el principio de un mundo más justo, más feliz y más alegre para todos.

FELIZ NAVIDAD y un abrazo muy fuerte para tu Madre y tu Padre.

PACO

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Correo para Belén