OPINIóN
Actualizado 29/12/2021 08:55:27
Manuel Rodríguez García Marogar

Leí un buen artículo de María Teresa Vallejo Laso (Licenciada en Psicología) que se enfrenta a esta clasificación, un tanto curiosa, sobre los futbolistas y sus distintas personalidades que, al parecer, dependen de la posición ocupada en el terreno de juego.


Por ejemplo, los porteros son intuitivos, su conocimiento deriva de lo concreto, confiando más en la experiencia directa u observable que en los jugadores que ocupan el resto de posiciones. Confían en sí mismos, egocéntricos, creen ser talentosos y competentes. Son los más capacitados para asumir riesgos y están disconformes con las situaciones predecibles. Creativos, comunicativos, agresivos, dominantes, en constante búsqueda de atención y estimulación. Simpáticos y brillantes, aunque exigentes y orientados a la satisfacción de sus necesidades personales por delante de las de los demás. La verdad, me parece un tanto excesivo este retrato y habrá que profundizar uno por uno para ver si la autora está en lo cierto o es mera literatura.

Del mismo modo, los centrocampistas son reflexivos, utilizan la lógica y lo analítico, capaces de tomar decisiones basándose en su juicio y experiencia directa. Establecen vínculos afectivos más fuertes con los demás jugadores, son los más simpáticos del equipo, tienden a ocultar sus sentimientos negativos. Así como los defensas se caracterizan por ser los jugadores más intuitivos, competentes y talentosos. Que buscan su estimulación en los demás, que tienden a satisfacer primeramente las necesidades de los demás y no las de sí mismos. Se relacionan de forma sumisa ante los demás, se conforman con las normas sostenidas por los demás.

Por último, los delanteros se caracterizan por ser los jugadores más sistemáticos, predecibles, organizados, perfeccionistas y eficientes. Buscan formas seguras que den resultados en la generación de jugadas productivas. Simpáticos socialmente, establecen buenos vínculos con los demás jugadores y fuertes lealtades, los menos motivados a satisfacer primero las demandas de los demás. Inclinados hacia la escala de la afectividad, toman decisiones basadas en sus propias reacciones afectivas y guiándose por sus valores personales.

Sin duda, todas esas opiniones y enfoques la autora los ha documentado de diversos autores y especialistas. Quizás desde fuera nos cueste más asimilar estas generalidades, ponerlas incluso en remojo y madurar cuánto de realidad y cuanto de literatura encuentras en los protagonistas.

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