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ALBA DE TORMES
Actualizado 24/12/2021 09:25:23
Roberto Jimenez

La conferencia de Manuel Diego invita a vivir las celebraciones del próximo año a través del recuerdo del centenario del año 1922

El teatro de Alba de Tormes fue el escenario elegido para albergar la conferencia ‘El Centenario Teresiano de 1922 en Alba de Tormes’ del Padre Manuel Diego, carmelita descalzo natural de la villa ducal. Esta conferencia ha sido la antesala y el calentamiento de cara al cuadro de eventos teresianos a recordar en Alba de Tormes dentro del próximo año 2022, y que son el IV Centenario de la canonización (12-3-1622) y el I centenario de la distinción académica del doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad de Salamanca (6/8-10-1922), motivos más que suficientes para ser recordados a lo largo del año que viene.

Manuel Diego ahora ha querido volver la vista atrás, al año 1922. Se trata sencillamente de entrar en el ambiente de hace un siglo para comprender cómo se vivió y organizó la misma conmemoración, las pautas seguidas, los hechos más significativos que se organizaron, los personajes del momento en el entramado político y religioso de la villa.

Para el conferenciante sí que hubo entonces (1922) una buena sintonía con las disposiciones emanadas a nivel nacional para el dicho III Centenario teresiano de la canonización, como también con la organización de la vecina Salamanca; y así, incluso contando con la experiencia de centenarios precedentes, pudieron afrontar mejor el reto que ahora se presentaba con muchas más exigencias y compromisos más difíciles.

Según Manuel Diego “se preparó bien ese III centenario desde el ayuntamiento y desde la nutrida comisión local (de hombres y mujeres) dispuesta por la autoridad eclesiástica, y se fue respondiendo poco a poco”. Según Diego “además del incremento de las peregrinaciones, que era el recurso más tradicional a seguir explotando y cuidando, se presentaron otras posibilidades y tareas”.

Destacó en su intervención aspectos como el de la jornada regia en la Villa (8-10-1922), el nuevo intento de abrir el sepulcro teresiano algo que fue paralizado por las mismas autoridades vaticanas (un detalle muy desconocido y que ahora se puede documentar); la publicación de una especie de guía turística confeccionada por un miembro destacado de la política de la villa (“Recuerdos y bellezas de Alba de Tormes”, de Tomás Rodríguez Rubio); también se detuvo en la posición radical y contraria del escritor local José Sánchez Rojas, expresada desde fuera de Alba, hacia el proyecto salmantino del doctorado “honoris causa”, pero Manuel Diego lo hizo tratando de entrar en el meollo de su posición negativa; no dejó de lado tampoco el detalle del incremento que experimentó el patrimonio artístico teresiano de Alba gracias a diversas donaciones y recuerdos de peregrinaciones, cuya obra más importante fue el birrete doctoral elaborado, a ruego de las damas españolas, por el orfebre Félix Granda, joya que aún luce la imagen procesional cada 15 de octubre; es el mismo birrete que le impuso a la imagen la reina Victoria Eugenia en aquella memorable jornada albense (8-10-1922). También habló del cáliz barroco de Milán traído por una peregrinación italiana y que todavía se usa para la misa en días festivos.

La conferencia tuvo el valor de contextualizar históricamente aquel centenario teresiano de 1922, tratando incluso de resaltar aspectos menos positivos del mismo. Entre éstos, sobre todo, el poder constatar y demostrar que, a pesar de lo que cabría esperar, aquel año y especial ocasión fue el comienzo del parón definitivo de las obras de la basílica teresiana empezada a finales del siglo XIX (1897) y que, desde entonces, aún no se ha logrado reemprender hasta lograr llegar a la conclusión del proyecto.

Recuerdo para Antonio Álamo Salazar

En el marco de esta conferencia se quiso además conmemorar el primer siglo del nacimiento del poeta y escritor, Antonio Álamo Salazar (1921-1981), además del 40 aniversario de su muerte (23-12-1981) y del estreno del himno teresiano (“Cantemos a Teresa”) que él mismo compuso (1981) y que musicalizó el canónigo salmantino Constancio Palomo. Todo ello ocurrió en el ambiente del IV centenario de Santa Teresa. Todavía se sigue cantando este himno de Álamo Salazar en Alba de Tormes.

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