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CARTAS DE LOS LECTORES
Actualizado 21/12/2021 15:18:06
Redacción

Por Juan Carlos Sánchez Gómez

Todo comenzó en una terraza de la plaza mayor un agosto de 2019. Mi buen amigo Jesús Rodríguez del Pozo, afincado en Lebrija (Sevilla) desde hace muchos años, me pidió que le presentara al buen amigo Denis Rafter, de sobra conocido por todo el mundo y especialmente en Ciudad Rodrigo (la Feria de Teatro, la Pasión, las Películas de Contracorriente Producciones, Bienvenidos a la Realidad de la Fundación Ciudad Rodrigo, Cervantes, Lengua del alma, del Seminario, pregonero mayor del Carnaval… tantas y tantas cosas). Jesús llevaba ya tiempo dedicándose en Lebrija a preparar con mucho tiempo (como se hacen las cosas bien hechas) el Vº centenario de la muerte de uno de los hijos más universales de Lebrija: Elio Antonio de Nebrija. Denis picó el anzuelo, y le brindará al V centenario un montaje propio y le ha brindado, de la mano de otro bueno amigo, Javier de Prado Herrera, otro montaje que se estrenó el pasado 10 de diciembre en el querido Monasterio Porta Coeli de El Zarzoso. Aunque la “culpa” de este nuevo “dislate” la tiene en realidad santa Teresa de Jesús, porque tanto Denis Rafter como Javier de Prado, de la mano del Grupo Lazarillo de Tormes de Salamanca, consiguieron llevar la vida de esta santa a más de 270 lugares (Iglesias, conventos, catedrales, etc…: Teresa, la Jardinera de la luz, era ese montaje creado y producido para el Vº Centenario de la muerte de santa Teresa, en el 2015. En aquella ocasión la Diputación Provincial de Salamanca, se subió ya a un carro de cómicos que estaba en marcha y consiguió que se llegara con aquel estupendo espectáculo a muchísimos lugares de la periferia; en esta ocasión ha sido el Área de Cultura de la Diputación de Salamanca, con su diputado de Cultura a la cabeza, David Mingo Pérez, y la directora de dicha área, Belén Cerezuela, quienes han tomado la iniciativa junto con los directores del este montaje, el escritor y director teatral Denis Rafter, y Javier de Prado Herrera, con la agrupación teatral Lazarillo de Tormes y tres excelentes músicos.

El estreno de este espectáculo fue emotivo por muchas razones. Una razón, estar en un monasterio donde residen los restos de la hija menor de Nebrija, Isabel. Quién se lo iba a decir a este monasterio que seguiría en pie después de 500 años, a pesar del fracaso estrepitoso de la desamortización, dejando el Monasterio sin recursos y en un estado lamentable y penoso durante tantas décadas. Al escuchar hablar de Nebrija en el monasterio, me imaginé a este humanista llegando con su hija pequeña para dejarla a buen recaudo en este lugar donde profesó, vivió y murió y me imaginé al eximio profesor visitando en más de una ocasión a su hija en el monasterio. Fue emotivo también porque unas monjas de la TOR franciscana, entrañable comunidad mexicana, afincada desde más de dos décadas en Porta Coeli, rezan y trabajan y cantan y festejan la vida espiritual y cultural, en el mismo idioma que amó, difundió y protegió Nebrija con su Gramática. Fue emocionante también porque se iniciaba aquí, en el mundo rural, en la España del oeste del oeste, en mi diócesis de Ciudad Rodrigo, en las periferias de la raya portuguesa, se iniciaba, digo, aquí, una de las primeras actividades que se enmarcarán en las celebraciones de Vº Centenario, iniciativa muy completa desde el punto de vista teatral y artístico, desde el punto de vista de la puesta en escena, desde el punto de vista musical con piezas de la época de Juan del Enzina; iniciativa ésta de las primeras en España, si exceptuamos el trabajo que en Lebrija vienen haciendo ya desde hace mucho tiempo.

Por eso resulta más sorprendente que en la comisión interadministrativa creada para este "acontecimiento de excepcional interés público", por parte de Salamanca esté el Ayuntamiento y la Universidad y no la Diputación, que es la que primero ha puesto en proyecto encima de la mesa; quiero decir que a todos nos traiciona el subconsciente: la España rural y la España vaciada es un cuento chino que no se cree casi nadie, es decir que solo nos creemos los que la vivimos en la realidad, que no somos casi nadie. Este tiempo de convenios de altísimo nivel suelen dar algún que otro congreso de elitistas, alguna que otra publicación importante, algún que otro evento millonario, pero no siempre con el recorrido y el calado de fondo suficiente para que llegue al gran público, que suele acabar sumido en la amnesia colectiva, y acaba por vivir intelectualmente a la intemperie, dejados de la mano de todos, y espero y deseo que no dejados de la mano de Dios.

Volviendo al montaje “Buscando a Nebrija”, creo que en la provincia de Salamanca y en otros lugares de la ruta nebrisense, podremos verlo con cierta facilidad (que la Diputación anote ya en su agenda los pueblos del Yeltes, donde vivo… porque se lo pediremos…) y el público podrá disfrutar y aprender deleitándose, que no es poca cosa en los tiempos que corren de gustos zafios y gruesos. Quien asista podrá aprender, por si no lo sabe, que Nebrija publicó la primera gramática de la lengua española en una lengua vulgar antes que cualquier otra lengua de Europa, que publicó diccionarios castellano-latín y latín-castellano, que contribuyó con su trabajo sobre el castellano a que surgieran obras maestras de autores como Rojas, al anónimo autor de El Lazarillo de Tormes, Cervantes, Lope, etc.; contribuyó Nebrija a que el español se convirtiera en la primera lengua diplomática moderna en las cortes europeas, que muchas lenguas de los habitantes del nuevo mundo, como la gramática de náhuatl o del quechua fueran salvadas y preservadas porque los misioneros españoles que escribieron diccionarios y gramáticas de estos idiomas; que Nebrija fue el primer defensor de los derechos de autor, que se adelantó tres siglos al sistema métrico decimal abogando por la unidad de medidas y pesos y que contribuyó de manera decidida a los trabajos de traducción de la futura Biblia políglota complutense.

En fin, apelo a aquellos intelectuales, profesores, catedráticos, políticos, funcionarios, artistas,... a que los eventos de centenarios como el de Nebrija no se cierren en élites biempensantes, sino que a todos nos ayuden a recuperar la memoria de los grandes hombres, a beber de su legado y a alimentarnos con sus enseñanzas y sus aportaciones, de las que somos tan deudores.

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