Profesor de Derecho Penal de la Usal
Cuando inicié mis estudios en la licenciatura de Derecho, dos de los mejores profesores que han pasado por nuestro Estudio Salmantino, Pedro de Vega, de Derecho Político y Tomás y Valiente, de Historia del Derecho, nos hablaron de la entonces recién aprobada Constitución de 1978, alabando el esfuerzo realizado por el entonces presidente del gobierno Adolfo Suárez y por los líderes de la izquierda, que, no olvidemos, venían del exilio. A pesar de las dificultades y las amenazas de una derecha troglodita y reaccionaria ?incluyendo muchos sectores de los que hoy es el PP- se aprobó un texto muy aceptable. No obstante, coincidían ambos que la anterior Carta Magna democrática, la Constitución Republicana ?de la que en este 9 de diciembre se cumplen 90 años de su aprobación, con 368 votos a favor, 89 ausencias y ningún voto en contra- era incluso más avanzada y progresista que la del 78. Además, creada en tiempo récord, puesto que desde que se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes (la segunda vuelta tuvo lugar el 19 de julio de 1931) transcurrieron apenas 5 meses hasta que vio la luz. En cambio en la del 78 hubo casi año y medio desde la celebración de las primeras Elecciones Generales (15 de junio de 1977) hasta la aprobación de la misma en sesión plenaria conjunta de las Cortes (Congreso y Senado), el 31 de octubre de 1978.
Los miembros de la Comisión que tenía el cometido de redactar el proyecto de Constitución (entre los que se encontraban Luis Jiménez de Asúa, Araquistáin, Clara Campoamor, Antonio Xirau o Mariano Ruiz-Funes) elaboraron un texto que después de las enmiendas, debate, discusión y aprobación, resultó ser una Ley de Leyes muy ambiciosa, progresista y revolucionaria y que ponía a España a la cabeza del mundo jurídico, social y político. La Constitución Republicana garantizaba la igualdad de todos ante la ley prohibiendo los privilegios (importante de resaltar es, en este aspecto, el artículo 25 que establecía "no podrán ser objeto de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas ni las creencias religiosas. El Estado no concede distinciones y títulos nobiliarios"), la soberanía nacional, el sufragio universal (que tan sólo dos meses antes se aprobó en las Cortes el voto femenino por 161 votos a favor y 121 en contra, votación a la que luego dedicaré un pequeño párrafo para dejar en evidencia las manipulaciones y mentiras de la derecha política actual), con una parte dogmática que consagra los derechos y libertades de los ciudadanos, tanto individuales como colectivos, la libertad religiosa (por primera vez se establecía el Estado laico, que no tiene religión oficial y en el artículo 27, se decía que "la libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión quedan garantizados en el territorio español", añadiendo a continuación que el límite está en "el respeto debido a las exigencias de la moral pública"), potenció la enseñanza como pilar básico de la formación humana, con una redacción prodigiosa del artículo 48.3, en el que se afirmaba lo siguiente: "La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en los ideales de la solidaridad humana", reconociendo a "las Iglesias el derecho a enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos", siempre, y como parece normal, "sujeto a la inspección del Estado", que debe ser el garante de los derechos y libertades de todos los ciudadanos.
La Constitución también garantizaba el derecho a la familia, al matrimonio y al divorcio de los cónyuges, reconociendo la igualdad de derecho de los mismos. En el artículo 43 se plasmaban estos postulados de forma magistral: "la familia está bajo la salvaguarda especial del Estado?. Los padres están obligados a alimentar, asistir, educar e instruir a sus hijos?Los padres tienen por sus hijos habidos fuera del matrimonio los mismos deberes que respecto a los nacidos en él? Las leyes civiles regularán la investigación de la paternidad?". Por su parte, en relación a los aspectos económicos, la Constitución establecía en su artículo 44 que "Toda la riqueza del país, sea quién fuera su dueño, está subordinada a los intereses de la economía nacional y afecta al sostenimiento de las cargas públicas?"
En relación a la aprobación del voto femenino, se debe dejar claro que, ciertamente, Clara Campoamor -miembro del partido Republicano Radical de Lerroux (partido liberal que posteriormente se coaligó con la CEDA en posiciones próximas al fascismo)- impulsó su aprobación y fue su principal artífice, pero tampoco es menos cierto que muchos miembros de su partido (del que se salió posteriormente por su evolución hacia la extrema derecha) votaron en contra del voto femenino y que el PSOE votó también a favor. Es más, de los 161 votos que hubo a favor, 84 lo fueron del PSOE, es decir, más de la mitad. Es cierto que 26 diputados del PSOE no asistieron y no votaron, pero ningún diputado de este partido emitió voto en contra. En cambio, los líderes de la derecha actual del PP y otros que se definen liberales como Albert Rivera (que más que liberal lo recordaremos por la "foto de Colón" y por apoyar al PP y a Vox en algunos gobiernos autonómicos), afirman maliciosamente que el PSOE votó en contra del voto femenino aquél 1 de octubre de 1931. Lo han afirmado incluso en sede parlamentaria desde Gallardón, en 2013, hasta Pablo Casado y Cuca Gamarra recientemente. ¡Qué mala leche han demostrado con estas y otras afirmaciones que son producto de su frustración política! Su malintencionada afirmación ha quedado en evidencia. ¡Vergonzoso!
Esta es la que considero verdad histórica sobre la Constitución Republicana de 1931, que instauró un régimen republicano y democrático, convirtiendo a España en un auténtico Estado Social y Democrático de Derecho del estilo de los más vanguardistas actuales del siglo XXI; un Estado con el que vilmente acabaron los golpistas del 36, provocando una guerra fratricida y cruel e instaurando una dictadura infame que, no sólo duró 40 años, sino que sigue teniendo secuelas y admiradores dentro de derecha y la ultraderecha de Vox, de PP y de Ciudadanos. Esta es la verdad que muchos quieren ocultar y manipular, como Ayuso, Casado o Cuca Gamarra.
No estaría mal que algunos de estos líderes se tomaran un tiempo sabático y antes de seguir en política se pasaran nuevamente por las "aulas". Cierto es que Casado aprobó la mitad de las asignaturas de la licenciatura de Derecho en tan sólo 4 meses ?todo un portento-. Algo que, quizá, no sea lo "más adecuado y coherente" para una formación integral, tanto desde el punto de vista humano, como social o político, porque lo mismo que el mosto de la uva necesita un tiempo para la fermentación y creación de un vino competitivo a nivel de mercado y que un buen cocido madrileño o montañés o una fabada asturiana no se consiguen en 5 minutos de cocción en los fogones, un profesional de la política necesita, no sólo pisar las aulas y escuchar con humildad y admiración las magistrales clases de los mejores maestros, sino bucear en los problemas e inquietudes de los ciudadanos y reflexionar sobre las diferentes soluciones a los mismos. Y eso -por muy portento que sea un ser humano- no se consigue ni en 4 meses ni haciendo un viaje por Latinoamérica emitiendo mensajes falsos y carentes de toda lógica jurídica, histórica y sociológica.