El Cabildo de la Catedral de Salamanca encargó hace unos meses la restauración de dos cuadros del Siglo XVII, italianos, de escuela napolitana, que languidecían deteriorados en la capilla del Nazareno, del templo Nuevo de nuestra catedral ?en la llamada Catedral Nueva, vaya, aunque catedral no hay más que una, pero así nos entendemos todos con la nueva y la vieja y tal-. Los cuadros representan dos escenas evangélicas: la matanza de los Niños Inocentes de Belén y la Expulsión del Templo de Jerusalén de los mercaderes y los bancarios, que imagino que los banqueros estarían a buen recaudo en sus palacetes.
Ambos cuadros, sobre todo el de los Niños Inocentes, presentaban deterioros que hacían temer su destrucción total más pronto que tarde. La restauración fue encargada, después de estudiar atentamente el proyecto que habían elaborado, a dos restauradoras de conocido prestigio y buena ejecutoria profesional: Carmen Diego Espinel y Carmina Fernández Bermejo. Hubo que esperar más tiempo del deseado para hacerlo público hasta tener la preceptiva autorización de la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta de Castilla y León. Una vez conseguida ?la verdad es que no teníamos duda razonable de que la obtendríamos-, ya podemos dar rienda suelta a la alegría y al agradecimiento.
Alegría porque la recuperación del colorido original y la consolidación de las obras, revalorizarán mucho la capilla del Nazareno, que pasaba un tanto desapercibida entre tanta joya como hay en el complejo catedralicio.
El agradecimiento es múltiple: desde luego a la Comisión de Patrimonio, con quien colaboramos estrechamente, en una muestra más de la bondad del modelo de Gestión del Patrimonio que tenemos en España y, en concreto, en Castilla y León. Modelo que se apoya es tres patas, que es una estructura muy estable: la supervisión y la ayuda públicas, la iniciativa privada ejercida por los titulares -en este caso el Cabildo de la Catedral y el Servicio Diocesano de Patrimonio- y el mecenazgo privado. Respecto a los mecenas, a los que ya había alertado el profesor Mariano Casas en 2013, la verdad es que, en este asunto, no han respondido; me refiero a los grandes mecenas ?Fundaciones de entidades bancarias y de grandes empresas o corporaciones, líderes del "mercado" del arte, personas particulares con sobrada capacidad financiera?- aunque también pudiera ser que desde el Cabildo no se lo hayamos pedido con suficiente insistencia y convicción. Sí han respondido, sin embargo, los que el Deán anterior, D, Florentino Gutiérrez, califica como mecenas populares, anónimos y democráticos, es decir, los turistas que han pagado religiosamente su entrada. Ellos son los que propician estas restauraciones y en buena medida financian el mantenimiento y cuidado de todo el patrimonio recibido de los Cabildos y los creyentes salmantinos, de la Iglesia diocesana y sus obispos, durante los últimos ocho siglos y pico.
El Cabildo, desde luego, no puede ni debe apartarse de su deber de cuidar, mantener y, cuando es necesario, restaurar el Patrimonio recibido. Hemos decidido hacer un esfuerzo con la restauración de estos dos cuadros, porque era urgente y para lanzar un mensaje de que la vida sigue aún en pandemia y que hemos de mirar al futuro con esperanza. Pero también hemos de ser muy prudentes y medir mucho nuestras fuerzas, debilitadas por la pandemia, que ha provocado un gran déficit en las cuentas de la catedral, pues han sido muchos meses con ingresos cero y, además, no hemos hecho un ERTE a nuestro personal, que es nuestro principal activo. De ahí que solicitemos el apoyo tanto de las administraciones como de los mecenas y de toda la sociedad salmantina. En el Siglo XXI, como en los últimos más de ocho siglos, la catedral ha sido, es y debe seguir siendo cosa y casa de todos.
Hago mío el llamamiento del profesor Mariano Casas y reitero nuestra petición a los grandes mecenas, porque los necesitamos para los proyectos futuros de restauración, que no van a ser pocos. Muchas van a ser las necesidades y muchas las oportunidades de esponsorización. La Fundación Iberdrola ya nos ha ayudado con la iluminación artística de las bóvedas de la Catedral Nueva y del retablo de la Vieja, pero creo que hay sitio para más. También contamos, desde luego, con la colaboración de nuestro Excelentísimo Ayuntamiento, embarcado en la redacción y licitación de la necesaria obra del Atrio, que esperemos se sustancie pronto.
Hay un proyecto, sin embargo, de más altos vuelos que pronto será necesario abordar, si no queremos que el deterioro producido por la dureza de nuestro clima nos saque a todos ?Cabildo, Administraciones públicas, sociedad salmantina y grandes mecenas- las vergüenzas: la consolidación y posterior restauración de cada una de las doce magníficas vidrieras traídas desde Flandes en el siglo XVI, que corren grave peligro de desaparición si no intervenimos pronto. Proyecto de altos vuelos porque coronan la fábrica de la catedral y, a veces, nos duele el cuello de mirar tan arriba y no las vemos.