OPINIóN
Actualizado 21/11/2021
Carlos Javier Salgado Fuentes

Parecía que apenas se alargaría unos pocos días pero, para sorpresa de todos, el volcán de La Palma lleva ya dos meses soltando lava sin parar desde Cumbre Vieja, sin dejar entrever cuándo podría acabar esta erupción sin fin.

En estos dos meses, hemos visto a miles de personas tener que desplazarse dejando atrás sus hogares, sus vidas. Unas vidas que el volcán ha cambiado para siempre, al haber alterado la fisonomía de la parte occidental de la isla, haciendo desaparecer bajo sus fauces miles de casas, de cultivos, y todas las infraestructuras que se interponían en el paso de sus coladas.

De este modo, la isla de La Palma está creciendo por la acumulación de lava y ceniza, y se está ampliando por el oeste con la llegada al mar de las coladas. Sin embargo, este aumento del terreno de la isla se da dejando tras de sí un sinfín de vidas rotas, de personas que tuvieron que marchar corriendo de sus casas por el peligro inminente, y han visto como la fuerza de la naturaleza ha sepultado sus recuerdos y su vida.

No obstante, los palmeros están demostrando una gran fortaleza, aguantando con una admirable serenidad todo lo que se les ha venido encima. Aunque quizá, sabedores de la naturaleza volcánica de la isla, sean más conscientes de que nuestro paso por este mundo es fugaz, que hemos de valorar lo que tenemos en cada momento, anteponiendo la vida a lo material, y sabiendo lo cierto del dicho de que polvo somos y en polvo nos convertiremos.

Por otro lado, se ha dado la dura circunstancia en estos dos meses de que el periodo de erupción ha coincidido con el Día de Todos los Santos, el día por excelencia para acudir a los cementerios a recordar a nuestros antepasados fallecidos. Y se ha dado en el caso de La Palma con el cementerio de Las Manchas aislado, en la zona restringida por la acción del volcán, y con la ceniza aumentando su nivel día a día en su interior, enterrando poco a poco las cruces de las lápidas de suelo.

Ante este hecho, y la imposibilidad de acceder a dicho cementerio, las autoridades locales habilitaron un 'rincón de la memoria', con los nombres de los enterrados que no podían ser visitados por el aislamiento del cementerio, y donde aquellos que perdieron todo, incluso el derecho a poder visitar a sus antepasados fallecidos, han podido recordarles aunque no sea en el sitio en que descansan sus cuerpos para la eternidad.

En todo caso, a día de hoy, al igual que hace dos meses, la principal pregunta que se hacen los vecinos de La Palma, y que también nos hacemos el resto de españoles, es ¿Hasta cuándo? Y es que parece que el volcán no tenga la más mínima intención de acabar con su actividad. Incluso cuando los expertos han dicho por dos ocasiones que la bajada puntual de actividad podría considerarse indicios de que el volcán iba a acabar su erupción, a posteriori se ha reactivado con más fuerza, siendo constantes los terremotos en la zona, signo de la actividad que se mueve por debajo de la isla en las entrañas de la Tierra.

Confiemos, no obstante, en que el volcán de La Palma cese pronto su erupción, pues ese será el punto de inicio para que los palmeros desarraigados de sus casas puedan empezar a edificar su nueva vida, comenzando desde cero, conscientes de que ya nada será igual para ellos, pero seguro que con el deseo y el ánimo de crear nuevos momentos felices en los hogares que creen en esta su segunda vida.

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