El tema de la muerte ha sido tradicionalmente un tabú
El tema de la muerte ha sido tradicionalmente un tabú, y se prefería no hablar de ello, siendo que es la única verdad segura. No sabemos ni cuándo, ni cómo, ni por qué, pero seguro que la muerte llega.
Y la muerte ha sido desde siglos y siglos un acto social ritualizado, en la medida de lo posible, aunque de distintas maneras: ritos familiares, ritos comunitarios, etc.
Los ritos actuales más conocidos son los de los mejicanos, los de Halloween. Ritos que no tienen nada que ver con los ritos y las concepciones de la muerte en el mundo occidental. Y por supuesto no tienen nada que ver con el concepto y los ritos litúrgicos de la Iglesia católica y del mundo cristiano en general. Tampoco coinciden con los ritos africanos o los de las tradiciones asiáticas u orientales en general.
Los cristianos están intentando hacer frente al tirón de las celebraciones del Halloween. En logar de las calabazas y los disfraces, ofrecen la ritualización de la muerte en torno al recuerdo y la oferta de disfraces de Hollyween, muestra que estaría más cercana a los conceptos cristianos tradicionales.
Estas prácticas estarían más cercanas e incluso inspirada en la celebración de la fiesta de Todos los Santos. Es el día que aprovechan los cristianos para recordar y honrar a sus difuntos, adelantando la fiesta de todos los difuntos, que corresponde al día posterior a los Santos, pero que busca la facilidad de aprovechar la festividad y la vacación de los Santos, facilitando la aproximación a los cementerios en los que descansan sus familiares, amigos y conocidos.
A los cementerios, también llamados "campo santo", acuden los cristianos, y aun los que no se sienten tan próximos al sentimiento religioso, y ofrecen a sus difuntos flores, misas, rosarios y otros rezos particulares.
El culto a los muertos ofrece también la posibilidad de reconciliación con los difuntos. Se suele decir que la muerte es la hora de las alabanzas. Cuando quizá en vida no nos hemos acordado de echar una mano o de asistir a los parientes o amigos cuando han tenido alguna necesidad en vida. Así ha sido reflejado en el siguiente poema:
Si quieres hacer feliz a alguien que quieras mucho?díselo hoy. Se muy bueno en vida, hermano, en vida?
No esperes a que se mueran si deseas dar una flor, mándalas hoy con amor.
Si deseas decir "te quiero" a la gente de tu casa, al amigo cerca o lejos, no esperes a que se muera la gente para quererla, y hazle sentir tu afecto, en vida, hermano, en vida?
Tú serás muy venturoso si aprendes a hacer felices a todos los que conozcas. Nunca visites panteones, ni llenes tumbas de flores, llena de amor corazones. En vida hermano, en vida.
Ana María Rabatté, Méjico
Esa contradicción en la práctica funeraria se refleja también en los velatorios, donde frecuentemente se habla de cualquier cosa que no tenga nada que ver con el fallecido.
Tradicionalmente los velatorios se hacían en la casa del difunto, y luego se hacía el rito litúrgico en la propia parroquia, para terminar con el entierro en el cementerio, en sepultura de tierra o en nicho lateral. La incineración se va imponiendo, aunque sea con bastante dificultad.
Pero lo más importante de la muerte, y lo que distancia mucho a unos de otros, es la concepción de lo que habrá después de la muerte. Para algunos es la desaparición total y definitiva. En distintas confesiones el pensamiento de lo que ocurrirá después de la muerte es muy diferente.
Los cristianos pensamos que "la muerte no es el final", como refiere el canto. Creemos que hay otra vida después de esta vida. Confiamos en ser acogidos por Dios Padre en su seno, en las muchas estancias que nos anunciaba Jesucristo.
Podemos decir con los versos de Unamuno plasmados en la lápida del nicho en el que él reposa en el cementerio de Salamanca:
Méteme, Padre eterno, en tu pecho, venturoso hogar.
Dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar.
La jornada de los difuntos es una buena ocasión para reflexionar sobre estas verdades trascendentales. La muerte no es el final.