OPINIóN
Actualizado 04/11/2021
Manuel Rodríguez García Marogar

"Con 73 años me agarro al fútbol como medicina mental, estudiando su evolución permanente como superación personal. Y analizo planteamientos como el de Miguel Delibes: "Creo que el fútbol era hace setenta años más espontáneo y menos táctico, con la consecuencia de que se metían muchos más goles".

Escudriño en este ensayo de fútbol que "El futbol no se concebía como un juego de equipo sino de individuos, de ahí que cada uno pretendiera realizar su "proeza" individual, culminándola en gol". Insiste Vicente del Bosque: "Lo que vale es jugar al fútbol" (?) "En el futuro no veo la muerte del toque ni que sólo se vaya a un tipo de futbolista fuerte".

Y Gary Hammel me ilustró: "Los expertos en tácticas militares intentan descubrir las raíces profundas de la ventaja competitiva?" Pero William Shakespeare concretó la esencia: "Qué me importan a mí los músculos, la estatura, el cuerpo y el tamaño de un hombre? Denme su espíritu?"


Martín Caparrós nos habló del fútbol pandémico: "El coronavirus desafía la antropología y sociología del fútbol. No solo por ser un deporte de contacto, sino porque los hinchas están acostumbrados a gritarse los goles a la cara, a salpicarse de saliva".

Los alemanes utilizan un término, "Schadenfreude", para recoger esa mala práctica de regodearse del mal ajeno. En España, quizás, se resuelve con el "choteo" al contrario.

Y estoy muy de acuerdo con Carlos Cueva cuando afirmó: "El efecto más claro de la ausencia de público en los estadios es el árbitro? Sin público, el árbitro se vuelve neutral". El colmo ha sido llegar a conclusiones como que "El penalti pitado a Militao fue "inconstitucional".

Afortunadamente, podemos esgrimir una apabullante evidencia: "El Reglamento siempre ha estado en el origen de los grandes cambios en el fútbol".

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