Isaura Díaz. Pol (Carballino)
Cuando a la tarde le aparecen ojeras. Cuando el Sol se oculta tras densos cortinajes otoñales, me dispuse a buscar mis raíces.
Caminé subida a briosos corceles y llegué al destino? ¡Nada, nada era igual! el reloj de la iglesia, que vio celebrar, crecer y enlutar generaciones? había enmudecido
¿Por qué? Me pregunté.
Y las viejas agujas se encogieron, con la certeza de ser superiores.
Y porque la diferencia, me atreví a pensar en la soledad de la incertidumbre.
El sonido de los robles aulló: " han pasado muchos años y la verdad camuflada bajo la máscara de las apariencias se ha diluido" -Solo queda? No quise escuchar lenguas calumniadoras, asomando por bocas desdentadas, aún dolía el dardo sordo y amargo de babosos, intentando una vez mas serrar mi linaje.
Seguí buscando el sentimiento más bello y fuerte" la amistad". No estaba. Se había ocultado bajo el musgo, hojas rojizas, doradas, ocres que la volvieron insolente? eran las siete de la tarde. sonaba el tañer de las campanas soñoliento, desabrido, huerfano.
Miré hacia la casa, quise ver tu silueta, apoyado en el bastón de cabeza de marfil, caminar lento, atraviesas el largo pasillo que une tu estancia con el enorme salón. Una vez más, posas la mirada sobre los retratos colgados de las paredes, rostros serenos, lucen sus mejores galas.
?Hemos sido una excelente generación. ¡Nada, nada cambiaría! Dices con voz entrecortada. El visillo blanco vuelve a caer sobre . Tal telón finalizada la obra de teatro.
Grité, y el grito me devolvió silencio. Volví a oír el lamento de la campana en la tarde húmeda y fresca, mis ojos se impregnaron de vaho y de pronto todo comenzó a tomar sentido.
Comprendí que la realidad no es lo mismo que la verdad? y sonreí por primera vez desde la llegada.
Comprendí que habías vivido dentro de mí, pero que ya no me pertenecías.
Pregunté ¿Qué queda en mi corazón?
Era una respuesta difícil. Las almas de lo que se han ido salen al encuentro. Ya no comen en conmigo a la mesa,ni ríen,ni cantan, ni bailan, ni escucho voz. Soy un huésped forastero para ellos. El equipaje a mis espaldas venía cargado con el mas grande tesoro "la verdad" Entre mis brazos, cruzados sobre el pecho, llevaba un pequeño cuaderno. Volví a trenzar el lazo que da sentido a mi vida. Había formulado todas las preguntas. Mi espíritu por fin descansa.