OPINIóN
Actualizado 30/09/2021
Antonio Costa Gómez

Desde luego no los que tenemos que tratar con máquinas y no con personas. Los que vemos como las autoridades y los poderes se esconden detrás de mecanismos y programas y nunca nos dan la cara. Los que debemos sustituir la sonrisa de cajera por los códigos numéricos de la máquina. Los que llegamos a un alojamiento rural y comprobamos que allí no hay nadie, que no nos recibe, que hay que apretar un código para entrar y todo es mecánico y muerto.

Desde luego no todas las personas a las que despiden porque las máquinas hacen sus funciones de manera mucho más helada. No los que vemos un mundo donde todo está adulterado, manoseado, viciado. No los que veamos que por todas partes hay máquinas y no espontaneidad, encanto, intuición, imaginación , creatividad, vitalidad. No los que vemos como todo muere. Como todo se hace masivo e impersonal y despiadado. No los que vemos como se cambian las cualidades por los números. No los que sufrimos como los infinitos matices del mundo se empobrecen en unos algoritmos, en unas fórmulas. Para nosotros el progreso es un empobrecimiento.

Desde luego no el común de los mortales que se ven obligados a comprar cada vez más máquinas y máquinas que les complican la vida. Los que vemos como todo se digitaliza y se descarna. Los que vemos como en lugar de mirar la vida las gentes miran en masa el móvil. Y están más solas que nunca.

Progresarán los que amasan dinero (no riqueza real) y nos obligan a tragar y tragar. Los que nos imponen digitalización a la fuerza y ordenadores cada semana a la fuerza. Como los ingleses obligaban a los chinos a comprar opio en Hong Kong después de vencerlos en una guerra. Progresarán los pijos y los prepotentes.

ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR

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