OPINIóN
Actualizado 24/09/2021
Redacción

Mi vista no encuentra su aposento

mirando el horizonte, bello, atento,

riéndose de mí con vano afán

al ver el desaliento de mi cuerpo.

Los días desmoronados, torpe aliento,

se suceden en líneas sinuosas

sin dejar un resquicio para cosas

que del alma puedan ser el alimento.


La ternura huida, sin sustento,

el perfume escapado de las rosas,

la savia recorrida y amorosa,

o el sutil abandono del momento.

Y en la lucha, la bocanada aumento

de fuerza, de pasión hacia la prosa

que en el fragor de la vida sale airosa.

La poesía siempre alivia el sufrimiento.

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