OPINIóN
Actualizado 22/09/2021
Juan Antonio Mateos Pérez

"La resiliencia es más que resistir, es también aprender a vivir". BORIS CYRULNIK "No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla" ELEANOR ROOSEVELT

Cada 21 de septiembre, Naciones Unidas nos anima a celebrar la Paz en todo el mundo y así poder vivir en un planeta mejor y más habitable. En la actualidad existen nuevos conflictos y nuevas formas de violencia diferentes al siglo XX, ahora la paz se nos presenta en todos los ámbitos de la vida en relación con otros seres humanos y también con la naturaleza. En un mundo ya herido por las guerras y las injusticias, por el deterioro del medio en que vivimos, debemos añadir las heridas de la pandemia, con lo que el lema que se nos propone es "Recuperarse mejor para crear un mundo equitativo y sostenible".

Se nos recuerda que a medida que nos recuperamos del COVID-19 en este 2021, nos sentimos inspirados a pensar creativa y colectivamente sobre cómo ayudar a todos a recuperarse para mejorar, cómo fomentar la resiliencia y cómo transformar nuestro mundo en uno más igualitario, más justo, equitativo, inclusivo, sostenible y más saludable. La pandemia ha generado una crisis sin precedentes en la historia de la humanidad, nos ha golpeado de lleno y hemos descubierto la vulnerabilidad, económica, social, de salud, acrecentada a través de la cultura del miedo.

No es fácil educar en la paz y la no violencia en un mundo donde la indiferencia parece la pauta más generalizada. En una sociedad que mira para otro lado, y no se moviliza, ni de corazón, ante millones de personas que tienen que abandonar sus hogares por culpa de una guerra, ante las grandes bolsas de pobreza y la falta de acceso a la atención sanitaria y las vacunas de los más vulnerables. Una cultura que lo que primerea es la incertidumbre y el miedo, no es fácil la tolerancia, la solidaridad, el respeto a los derechos, y poder imaginar un mundo donde las fuerzas globales estén sorprendentemente renovadas por la justicia y la equidad.

El camino de la Paz no es independiente de la justicia, sobre todo de la justicia social. La Paz no es ausencia de guerras, ni volver a la situación anterior, la Paz está asociada a la voluntad de cambio que alienta las transformaciones urgentes de las condiciones de vida de las mayorías más pobres. Unos principios de justicia que sean igualitarios, pluralistas y democráticos, asociados todos a la prioridad de lo público sobre lo privado, a la inclusión y a la ética, subrayando la dignidad de la persona. Si la guerra suspende la ética, la ética de la justicia es el mejor recurso para el conflicto (Levinas).

Estamos viviendo una inflexión histórica, nuestra realidad está cambiando y debemos desplegar la resiliencia para adaptarnos a los cambios, valorando las dificultades y las oportunidades, no perdiendo el sentido profundo de la vida. La única manera de descubrir la verdad es mirarla cara a cara, superar nuestras cegueras y miedos, así entonces comenzaremos a ver esa realidad. No es fácil definir la resiliencia, puede tener tantas definiciones como autores que consultemos, pero para centrarnos diremos que la resiliencia es la capacidad humana de enfrentar, sobreponerse y ser fortalecido o transformado por experiencias de adversidad (Edith Grotberg).

Para Boris Cyrulnik, la resiliencia es más que resistir, es aprender a vivir. El hecho de vivir una situación límite, surge en el alma del individuo una situación de paréntesis, de prórroga, que hace vivir una nueva filosofía de la existencia, donde sólo el amor ayuda a recomponer y dar sentido. La obligación de comprender y preguntar, les hace bucear en el dolor, descubrir la parte sana de sí y buscar la mano tendida. Los grandes resilientes, se han crecido en la dificultad, haciendo de la fragilidad una riqueza, de la debilidad una fuerza, viendo la vida como un suplemento que les hace gozar en cada instante y saborear la felicidad en su intensidad.

La resiliencia es un elemento esencial para prevenir los conflictos y poder crear una cultura de la Paz. Para ello es muy importante el papel de la escuela en la formación para la resiliencia, pero no es suficiente, es necesario también su aprendizaje en el hogar y en la sociedad. Educar para una cultura de paz significa educar para la crítica y la responsabilidad, para la comprensión y el manejo positivo de los conflictos, así como potenciar los valores del diálogo y el intercambio y revalorizar la práctica del cuidado y de la ternura, todo ello como una educación pro-social que ayude a superar las dinámicas destructivas y a enfrentarse a las injusticias.

La Paz es un valor universal que interpela a la conciencia de todos los hombres para fortalecerla y asegurarla. La cultura de la Paz, más allá de la defensa de los derechos humanos, es un modo de estar en el mundo que defiende la no violencia mediante la educación, el diálogo, la cooperación, el derecho al desarrollo y erradicación de la pobreza, eliminación de cualquier forma de racismo y xenofobia, así como un desarrollo sostenible y la protección del planeta.

Se nos pide que nos unamos para recuperarnos mejor y conseguir un mundo más equitativo y pacífico. Que celebremos la Paz. Que nos opongamos a los actos de odio tanto en Internet, como fuera de ella. Que difundamos compasión, bondad y esperanza frente a la pandemia para que todos nos recuperemos mejor. Que cada uno desde nuestro lugar pongamos de nuestra parte para celebrar y difundir la Paz.

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