Una mujer con mascarilla pasea por el centro de la ciudad de Salamanca


LOCAL
Actualizado 07/09/2021
Redacción

Además de utilizar una mascarilla que se adapte al rostro, conviene alternar distintos modelos para evitar que la misma área del cutis reciba los roces y presiones

El uso de la mascarilla como medida de protección ante la Covid-19 está provocando el empeoramiento entre la población de problemas de la piel, como la rosácea, una patología que según los datos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), padece una de cada diez personas. Una enfermedad inflamatoria crónica que, como explican los médicos de Cinfa, se caracteriza por episodios transitorios de rubor, enrojecimiento, capilares dilatados muy visibles, pápulas y granitos, que recuerdan a los del acné adolescente. En ocasiones, pueden durar semanas o meses.

La rosácea es una patología más frecuente en mujeres, principalmente entre los 30 y 50 años de edad. Afecta sobre todo a la piel del área central del rostro -nariz, mejillas, mentón, frente y entrecejo-, que son las zonas donde se produce más sebo. En sus formas más severas, puede cubrir toda la cara, incluidos los párpados, y propagarse al cuello. En el caso de los hombres, con más frecuencia, produce engrosamiento de la piel de la nariz, lo que se conoce como nariz bulbosa o rinofima.

Además hay factores ambientales que favorecen la aparición de rosácea, como el estrés, la exposición al sol, o determinados medicamentos y alimentos (picantes, por ejemplo). El alcohol no produce rosácea, pero sí puede agravarla.

¿Cómo afecta el uso de la mascarilla?

Tal y como explican los expertos de Cinfa, bajo la mascarilla"se crea un microambiente que favorece el calor local y la proliferación de bacterias; además, si queda demasiado ajustada, puede crear una presión excesiva sobre la piel del rostro o, si queda demasiado holgada, rozarla y agredirla".

Si se identifican problemas cutáneos con un tipo concreto de mascarilla, se recomienda usar otra que ofrezca la misma protección, pero fabricada con materiales diferentes. También puede resultar beneficioso ir cambiando de modelo o marca, de manera que el tapabocas se apoye o roce cada vez en distintas zonas del rostro, lo que prevendría la aparición de lesiones.

Consejos para controlar la rosácea durante la pandemia

Extremar el cuidado de la piel. Si, normalmente, la higiene y cuidado diario de la piel es crucial, el uso de la mascarilla obliga a ser más rigurosos que nunca con los rituales. Emplea en tu piel limpiadores sin jabón, que irritan y resecan menos, además de que ayudan a aliviar síntomas como la irritación, el picor y el eritema. Tras la limpieza, es recomendable el uso de una loción con propiedades emolientes, hidratantes o calmantes, aplicada con un masaje suave.

Protegerse de las radiaciones solares. Aplicar diariamente productos cosméticos con filtros solares con un factor mínimo de 30, con el fin de mitigar el efecto de las radiaciones UVA, UVB e IR-A sobre tu piel. Consulta en tu farmacia cuál es el protector solar más adecuado para tu trastorno. Por supuesto, limita el tiempo de exposición al sol y evita este en las horas centrales del día.

Utilizar una mascarilla que se adapte a tu rostro. Minimizarás las agresiones sobre la piel y reducirás el riesgo de exacerbación o empeoramiento de los síntomas. También es conveniente alternar distintos modelos, de manera que no sea siempre la misma área del cutis la que recibe los roces y presiones.

Añadir cuidados faciales extra. En la piel con rojeces sin lesiones inflamatorias (granos), podemos utilizar tratamientos de belleza, como sérums, contorno de ojos?, que miman y cuidan la piel más en profundidad. En todo caso, usa siempre productos específicamente formulados para la rosácea.

El maquillaje como opción. Los cosméticos pueden ayudarte a camuflar los signos de la rosácea y mejorar el aspecto de tu piel, si esto te ayuda a sentirte mejor. Existen bases de larga duración no comedogénicas que cubren los defectos e irregularidades de la piel, y también maquillajes específicos que contienen pigmentos verdes que ayudan a disimular las rojeces.

Evitar los cambios bruscos de temperatura. Y, si es posible, los vientos fuertes y los climas o ambientes fríos, ya que son factores desencadenantes de afecciones cutáneas.

Huir de los ambientes cargados de humo. Además, si fumas, reduce o elimina el consumo de tabaco. Recuerda que la nicotina puede provocar que aparezcan más capilares en tu piel.

Moderar el consumo de bebidas alcohólicas. Incluso las pequeñas cantidades de alcohol producen vasodilatación y pueden provocar una intensa ruborización, agravando un problema existente.

No abusar de las comidas picantes. Evita los alimentos muy picantes o los platos demasiado condimentados, especialmente, cuando están calientes, pues también pueden provocar la vasodilatación de los capilares sanguíneos. Lleva una dieta mixta, equilibrada y moderada.

Aprender a relajarse. Mejora tus técnicas respiratorias y practica regularmente actividades como relajación muscular, meditación, mindfulness o yoga. Esto te ayudará a manejar mejor el estrés y a reducir la ansiedad u otras emociones negativas, más frecuentes en una época como la actual. Recuerda que los factores emocionales también tienen su reflejo en nuestra piel.

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