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Mucho llorar y poco patalear.
Ya no es tiempo de lamentaciones, sino de acción, de unidad, de alzarse contra aquello que nos estrangula para que cuatro vividores engorden sus cuentas corrientes.
No es tiempo de echar las culpas a Europa, al frío o al calor, sino de buscar soluciones inmediatas, valientes, decididas.
Por parte del Gobierno, la creación de una compañía estatal, de todas, de todos. Por parte de quienes pagamos, salir a la calle de manera decidida, sin miedo, sin complejos.
Hay que dejar de llorar y ponerse a trabajar.