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OPINIóN
Actualizado 26/08/2021
José Alfredo Pérez Alencar

Alfredo Pérez Alencart y Aníbal Fernando Bonilla, en la cascada de Peguche, muy cerca de Otavalo (foto de Jacqueline Alencar)

Ayer me llegó una revista publicada recientemente en Otavalo (Ecuador). En sus paginas interiores habia una crónica escrita por mi buen amigo, el poeta otavaleño Aníbal Fernando Bonilla. Leerla me hizo recordar los entrañables días que Jacqueline y yo pasamos en Ecuador, en distintas ciudades y regiones, Otavalo entre ellas, donde ofrecimos un recital poético por invitación de Bonilla y del alcalde. Allí fuimos por las gestiones de mi buen hermano Xavier Oquendo, excelente gestor cultural y mejor poeta. Aquí reproduzco la crónica de Aníbal Fernando Bonilla.

Ritual de un verso prolongado en Otavalo

Entre el 2009 y 2010, Xavier Oquendo Troncoso me sugirió/insinuó/solicitó con su característico empeño y generosidad que Otavalo -ciudad intercultural-, sea subsede del Encuentro Internacional de Poesía en Paralelo Cero. Desde aquel período hasta la fecha, el Valle del Amanecer ha recibido a decenas de poetas nacionales y a connotadas firmas del extranjero como: Alfredo Pérez Alencart, Gabriel Chávez Casazola, Juan Cameron, Jorge Boccanera, Juan Gelman, Víctor Rodríguez, Eduardo Chirinos, Hugo Mujica, Jorge Ariel Madrazo, Rolando Kattán, Rafael Soler, Antonio Gamoneda, Emilio Cocco, Luis García Montero, entre otros.

¿Cuál es la valía del poema en el contorno comunitario? ¿Cuáles son sus influjos, cicatrices y demonios intrínsecos? ¿Qué propósito tiene el verbo como enunciado artístico? ¿Cuáles son las herramientas auténticas del corpus poético que otorgan huella utilitaria en el ser?

Tales interrogantes, de alguna manera podrían ser decantadas, tras la alquimia compartida por el poeta al lector(a). Aunque, considero que más que respuestas, acumulamos inquietudes y cuestionamientos a la propia condición humana. La poesía tiene llama y quema; y, es en esa angustia del creador(a) en donde emergen nuevos vientos en torno a la escritura. El grito del poeta es bálsamo para el presente y argamasa para el futuro. He ahí la preeminencia del verso.

PoePoetas de Ecuador, Bolivia, Cuba, Perú, Chile y México, en la laguna de San Pablo

Paralelo Cero, como festival literario nos brinda la posibilidad de conocer y reconocer las corrientes, estilos e identidades contemporáneas que giran a través de la palabra escrita. Eso ya es un enorme justificativo para su realización. Pero, además, provoca y convoca a que el hombre, despierte su capacidad contemplativa y sienta suya la sensibilidad que a ratos nos arrebata la apatía y la banalidad. Por eso, tal vez, Ernesto Sabato sentenció: "? la literatura, es algo así como la inversa de la sociedad".

Paralelo Cero (encuentro anual convocado en varias ciudades-sedes del Ecuador), tiene instantáneas imborrables en Otavalo, que superan la formalidad de los eventos programados con inclusión de poetas locales (que al paso de los años han consolidado públicos ávidos de escuchar y acercarse a la actual poesía). Una de ellas, es la visita a la cascada de Peguche, en donde los vates recargan sus energías en la sagrada caída de agua; descrito cual epifanía por Gabriel Chávez. Asimismo, la exhibición de cetrería en el Parque Cóndor. En este breve repaso, salta como reminiscencia la metódica curiosidad de Antonio Gamoneda por la variedad de artesanías expuestas en la Plaza de los Ponchos, particularmente, de máscaras de diverso material y tamaño. O, las tertulias con profundidad y saberes provocadas al calor de la fraternidad colectiva. Y, del emotivo homenaje efectuado a Juan Gelman por la Universidad de Otavalo. Quedan los versos dedicados a la tierra otavaleña por Marco Antonio Campos, Juan Cameron y Alfredo Pérez. De este último, extraigo una muestra: "Lentamente Otavalo ensancha su paisaje y su marca secreta/ mitológicamente andina, estelar en la gran bandeja/ donde se entrega a crecer/ dando noticia que su motor no se detiene".

Metáforas que guardan correspondencia ante la cortesía de la gente y preciosidad paisajística apreciada por los poetas. Una relación recíproca que causa nostalgia hasta la espera de la siguiente edición de Paralelo Cero.

Victoria Tobar, Marialuz Albuja, Gabriel Chavez Casazola y Ana Cecilia Blum, en Otavalo (Foto de Jacqueline Alencar)

Jacqueline Alencar y Victoria Tobar (Foto de A. P. Alencart)

Alfredo Pérez Alencart y Jacqueline Alencar en la laguna de San Pablo (Ecuador, 2011)

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