OPINIóN
Actualizado 08/02/2022 12:25:24
Francisco Aguadero

El pasado 23 de julio comentábamos, en este mismo espacio, las repercusiones del cambio climático en la salud pública. Y lo hacíamos sin conocer el impresionante informe que los científicos han presentado unos días más tarde, sobre el clima y el medio ambiente.

Los avisos que el Planeta y los más sensibilizados venimos dando, los científicos los han convertido en una seria advertencia para todos, responsabilizando a la Humanidad del cambio climático y del consecuente aumento de fenómenos climáticos extremos, en forma de olas de calor o frío, cantidad de fuegos gigantescos por doquier, devastadores huracanes frecuentes, lluvias intensas interminables o inundaciones destructoras.

No es el apocalipsis, pero si empieza a parecerse a un infierno, para muchos lugares de la Tierra y para muchos de sus habitantes. De seguir el ritmo actual de consumo de combustibles fósiles y emisiones de gases, hacia el 2100 el aumento de temperatura podría llegar a los 4,4 grados. Una tragedia indescriptible que traería fenómenos apocalípticos de magnitudes desconocidas, revolucionando el clima, inundando ciudades, volviendo el aire prácticamente irrespirable, cantidad de nuevas enfermedades y pandemias. Muerte y destrucción.

Si eso ocurriera, estaríamos muy lejos del objetivo final del Acuerdo de París de 2015 en el que se contemplaba que la temperatura media del planeta no subiera más de 2 °C, con respecto a los niveles preindustriales, e intentando limitar ese aumento a 1,5 °C. Al respecto, el trabajo científico de los expertos del IPCC, pone de manifiesto que, en todos los escenarios analizados, se superarán los 1,5 grados en los próximos 20 años. La alternativa más optimista es que llegáramos con ese nivel al final del siglo presente.

En el informe presentado el pasado lunes día 11 por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, órgano creado 1988 por Naciones Unidas, con sede en Ginebra y conocido como IPCC por sus siglas en inglés, han participado 234 expertos de 66 países. Estos científicos han analizado más de 14.000 documentos y referencias publicadas, que les han llevado a constatar los fenómenos adversos que el calentamiento global está producción y los posibles escenarios futuros, en función del comportamiento humano sobre la tierra.

Los expertos dejan patente, en el informe de este estudio internacional, que es extremadamente urgente reducir, de forma rápida y profunda, las emisiones de efecto invernadero, aunque algunos de los cambios causado en el planeta ya serán "irreversibles" durante cientos o miles de años. Es un varapalo para los negacionistas del cambio climático y un reto colosal para todos, dado las enormes implicaciones de transformaciones económicas y sociales que conlleva.

Los negacionistas son pocos, pero se hacen oír mucho, demasiado. Quienes aun siendo optimistas sí creemos en el cambio climático, nos tememos que esto continúe por el mal camino. Si no conseguimos acabar con las guerras ni con el hambre en el mundo, y si tan siquiera somos capaces de llegar a acuerdos y consensos ante emergencias sanitarias como la del coronavirus ¿cómo vamos a remar juntos ante el descomunal desafío que supone el cambio climático?.

El cambio climático ya está en marcha y su impacto está cambiando el Planeta de forma drástica e irreversible, caminando hacia una emergencia climática. Ha llegado el momento de que la política le preste la mayor atención y esté a la altura que el reto requiere, porque, tener en cuenta el último informe de los científicos, conlleva una transformación radical de nuestros comportamientos y de la sociedad, especialmente en la forma en que consumimos y en el uso que hacemos de los recursos naturales.

A grandes desafíos, grandes retos y muchas esperanzas, como las que debemos poner en la Cumbre Mundial del Clima de Glasgow (COP26), prevista para noviembre y de dónde sería bueno que se sacara el compromiso, real, de reducir las emisiones globales a la mitad en los próximos 10 años.

Por supuesto que unos países tienen más responsabilidades que otros en la situación creada y también más recursos con los que contribuir en el necesario frenazo al cambio climático. Lo mismo pasa a nivel individual. Aquí no vamos a señalar a nadie, porque, parar esto, es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, con los políticos y las organizaciones empresariales a la cabeza.

Escuchemos a Maná y su Dónde jugaran los niños

Aguadero@acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 13 de agosto de 2021

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