Un profundo respeto mantengo hacia don Sebastián Battaner, desde hace algo más de dos décadas, cuando pudimos hablar por vez primera. El pasado 25 de junio me sorprendió, muy gratamente, verlo en el tanatorio del hospital Santísima Trinidad, acompañándome mientras depedía a mi compañera de vida. Supongo que Miguel Elías había avisado a mi querido Rafa Sierra, y éste a don Sebastián.
Hablamos de pérdidas, es cierto, pero también quiso recordarme que conserva, en lugar espacial y enmarcado, un poemita a él dedicado y que se encuentra albergado en mi libro La Voluntad Enhechizada (Verbum, Madrid, 2001). Se lo ofrecí hace veinte años, porque su trato digno a un meteco así lo ameritaba. El valor de la ofrenda reside, no en los versitos, sino en las bellas ilustraciones realizadas por mi amigo-hermano Miguel Elías.
Hoy, revisando papeles y depurando en parte los excesos acumulados, pude encontrar la fotocopia de dicho obsequio.
Y aquí lo dejo conocer.
SANTO OFICIO
Con los ojos del amor
y la voz purificada por el tiempo.
Así la entrega de los dones,
el alcance de la ciudad
que
--como guía?
ofrezco a los visitantes.
Pero siempre oculto algúntesoro.
No quiero que manchen nuestra mesa
al servirse a manos llenas.
A Sebastián Battaner