OPINIóN
Actualizado 10/07/2021
Julio Fernández

Profesor de Derecho Penal de la Usal

En estos días que se ha celebrado en todo el mundo la fiesta del "orgullo" y millones de banderas arco iris han ondeado en fachadas y balcones, hemos comprobado que en España, por desgracia, está resurgiendo en ciertos grupos reaccionarios un sentimiento de odio, no solo contra las personas LGTBI, sino también contra personas inmigrantes que han llegado a nuestro país de forma irregular debido a las situaciones de guerras, pobreza, desigualdad y exclusión social que viven en algunos de sus países de origen (la inmensa mayoría del continente africano). Curiosamente, esta radicalización de ciertos sectores sociales coincide con la irrupción de la extrema derecha en España, encarnada en Vox, que está utilizando los fondos provenientes de su representación parlamentaria para manipular la información, generar crispación y editar carteles electorales demagógicos, populistas y sectarios, como el que publicó en la última campaña electoral madrileña, por mucho que lo haya avalado judicialmente la Audiencia Provincial de Madrid recientemente.

El crimen de Samuel cometido en La Coruña el pasado fin de semana es un ejemplo de las consecuencias de ese resurgimiento de grupos reaccionarios homófobos y xenófobos. A la vez que lo golpeaban con saña le denigraban a gritos llamándole "maricón de mierda" según los testigos presenciales. Por su parte y ante las manifestaciones de condena y repulsa de la mayoría de los grupos de la escena política, que lo consideran un crimen de odio, tanto Vox como PP cuestionan este calificativo. El alcalde de Madrid, Martínez Almeida ha dicho que "lo importante es no tratar de hacer un uso político y rastrero del asesinato de Samuel". ¡Cómo cambian el cuento cuando les interesa! ¿Qué hacen sistemáticamente PP y Vox con el terrorismo de ETA, sino una utilización política vergonzosa al manifestar que el gobierno está pactando con los terroristas cuando, por suerte, este terrorismo ya es historia? ¿Por qué utilizan de una forma descarada, interesada y mezquina a las asociaciones de víctimas como el pasado 27 de junio, que no se unieron al homenaje que hace todos los años el Congreso de los Diputados a las víctimas del terrorismo, haciendo ellos uno diferente del oficial y en la calle?

Por su parte, Ayuso, en la Asamblea de Madrid y ante la acusación que le hizo la oposición de callar y no condenar el crimen homófobo, ha manifestado que "veo mal la inversión de la carga de la prueba y acusar sin motivos, sin pruebas, como ha pasado con el chico de Galicia". Ay, ¡qué exquisitez jurídica! ¿Por qué no hace lo mismo cuando acusa sin pruebas al gobierno de Sánchez de "imponer su proyecto de república totalitaria a los catalanes y a todos los españoles" -e invito a que se lean las hemerotecas para comprobar que es cierto- cuando esta afirmación es de una falsedad palmaria? ¿tiene pruebas de ello? Las reflexiones jurídicas de la señora Ayuso son tan rigurosas como la existencia del crimen de Osa de la Vega en 1910, es decir, del famoso "crimen de Cuenca".

Lo que no quieren ni la señora Ayuso, si Casado, ni por supuesto Martínez Almeida es enfurecer a los líderes de Vox, ya que dependen de su estatura ética para conseguir la altura necesaria para gobernar en Madrid capital y en la comunidad y están soñando despiertos con el "cuento de la lechera" para acceder al gobierno del estado juntos en un futuro inmediato. Que no se descuiden porque se les puede romper la cántara de leche como a la ingenua niña soñadora cuando iba al mercado.

El PP está en manos de Vox, de esos que publican en las redes sociales cuál es el domicilio del presidente del grupo RBA que edita la revista "El jueves" en Barcelona y que ha publicado alguna caricatura grotesca de algunos políticos de Vox. ¿Quiere Vox que le pase lo mismo al director del grupo RBA que a los periodistas del seminario satírico francés Charlie Hebdo? Un partido en el que sus líderes manifiestan, como lo ha hecho Espinosa de los Monteros, que "hemos pasado de pegar palizas a los homosexuales a que ahora los homosexuales impongan su ley" o como lo hizo Buxadé, vinculando este tipo de asesinatos (en referencia al crimen de Samuel) con el "islamismo radical", son absolutamente delirantes y ponen de manifiesto que Vox está alentando la crispación permanente, esa que lesiona gravemente los jirones de la convivencia. Estos señores no dicen, en cambio, que fue un joven senegalés quién intentó socorrer a Samuel y posteriormente acudió a la policía para testificar, para facilitar la captura de los autores del crimen, a pesar de que este chico africano reside de forma irregular en España.

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