José María Muñoz Quirós, HéctorÑaupari y Antonio Colinas, en el Encuentro de Poetas Iberoamericanos (foto de Jacqueline Alencar)
Dejo conocer otro de los poemas que me están llegando y que se incluirán en la antología "El ciego que ve", dedicada a Antonio Colinas y dentro del homenaje que se le tributará en el XXIV Encuentro de Poetas Iberoamericanos, previsto para los días 13 a 19 de octubre, por mí dirigido y formando parte del programa de actos de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes.
María Muñoz Quirós (Ávila, España, 1957), quien ha obtenido numerosos premios, entre los que figuran el Premio Fray Luis de León de la Junta de Castilla y León, el Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma, el Premio Internacional San Juan de la Cruz, El Premio de Poesía Ciudad de Salamanca o el Premio Alfons el Magnanim. También, por el conjunto de su obra, recibió el Premio de la Letras Teresa de Ávila (2028). Ha publicado más de treinta y cinco poemarios, la mayoría de cuales se han reunido en "Tiempo y Memoria (Vitrubio, Madrid, 2016). Muñoz Quirós ha sido catedrático de Lengua y Literatura en un instituto de su ciudad natal, es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y Doctor por la Universidad de Valladolid. También es presidente de la Academia de Juglares de Fontiveros; Miembro de la Academia de Poesía de Castilla y León; director de la revista de artes y letras "El Cobaya" y miembro del Consejo Asesor de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos de Salamanca, así como miembro del jurado del Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador.
José Pulido, Ignacio González, José María Muñoz Quirós, Alfredo Pérez Alencart y Antonio Colinas, Jurados del Premio Nacional de Poesía de Peñaranda de Bracamonte (Foto de Jacqueline Alencar)
LA IMPRESIÓN ABSOLUTA
"¿Cómo hacer duradera con el verso
la impresión absoluta?? "
Antonio Colinas
La palabra se funda en la necesidad,
en lo inmediato, en la urgencia.
Desentraña la luz.
Musita el lenguaje
que ha escondido
en el territorio de la infancia.
Y nombra lo invisible,
la lejana realidad
depositada en la memoria,
la paradoja
que contempla el silencio,
el misterio de quien se reconoce
heredero
de la mirada de los pájaros
cuando vuelan sobre el horizonte
transparente de los sueños.
La palabra
enmudece en el abecedario
que el corazón escribe.
Dibuja los colores cuando la mañana
se esparce sobre las cosas
para encender el mundo.