Hay vacios que nunca pueden llenarse. Yo no tengo palabras para explicar el vació, aunque lo he sentido y lo siento. Pienso en tantas personas que lo sienten cuando en estos tiempos de pandemia se han ido tantos seres queridos. Pero también es verdad que no es necesaria una pandemia para sentir el vació de los que se van marchando, y dejan un hueco que nunca se llenará en nuestro corazón L vida y la muerte incesante y continua. Es la realidad de la existencia humana. El vacío puede ser como un nido de golondrinas cuando se han ido los polluelos, volaron y el nido queda frio y no volverán. Sólo es un símil, una semejanza. Las golondrinas pueden volver a poner sus huevos y criar otros pilluelos. Como también la vida sigue y otros niños vuelven a llenar el mundo, pero aquel vació de los que se nos fueron no se llena con los nuevos amores. Aquellos ya se fueron y hasta puede quedar el amor en el hueco vacío de tu corazín. Pero el vació nunca se llena, ya es otro amor o al menos otra manera de amar. Además cada vacío es distinto, porque cada amor es distinto; porque cada amor es único. Qué absurdo pretender hablar o analizar los amores de los demás. Por eso tampoco sabemos qué pasa en el alma del que ha perdido un ser querido. Y seguramente que nosotros tampoco sabremos explicar que nos pasa cuando perdemos un ser querido Algunos pueden pensar que lo mejor es hablar, no dejar dentro nada, que eso es como una terapia. Pero otros piensan que en ese estado límite de la tristeza, el abatimiento, el dolor, lo mejor es el silencio, para que sea aun dolor sereno, para que siga siendo amor en cuanto puede serlo.