Hace muchos años, cuando yo estudiaba bachillerato en mi querido Maestro Ávila, en un viaje en tren a Salamanca, desde mi pueblo, la señora Magdalena, vecina entonces de Navalmoral de Béjar, me contó lo siguiente:
Unamuno no murió por el braseo, a Unamuno lo mataron. Ella lo sabía porque era íntima amiga de una mujer que trabajaba para la familia Unamuno. Me contó muchos detalles que no puedo recordar Me dio el nombre de esta señora también y los motivos por los que la creía; ella era, en su opinión de su total confianza. Y la que sabía muy bien como había que poner y cuidar el brasero.
Defendía con convicción que esa era la verdad. Magdalena era una señora amable y muy cuerda, mujer de un ferroviario, que se habían hecho una casa en mi pueblo, supongo que después de la jubilación. Una pena no haber grabado una entrevista con ella, antes de su muerte.
Yo era demasiado joven para valorar la importancia de esta confesión; y la he comentado a pocas personas, por varios motivos.
Por un lado, la familia de Unamuno, por lo que yo sé , no lo había dicho a nadie, ni siquiera después de la transición. Y, por otro, dada la situación en el año 36, podía ser verdad. Desde que mataron a un amigo de Unamuno, este sabía que él podía ser asesinado.
Los conflictos de Unamuno con los militares y las barbaridades que decían y hacían, eran bien conocidos por él (Andrés Trapiello: "Las armas y las letras"); y le hacían temer lo peor.
Le tuvieron "encarcelado en su domicilio" y casi secuestraron el cadáver después de muerto. Aunque Intentaron mantener que era uno de los suyos, cuando él ya les había abandonado.
Por otra parte, también podía ser un bulo su supuesto asesinato. Una mentira para hacer daño a quienes tenían el poder en Salamanca.
Es probable que pronto sepamos la verdad, si la investigación continúa.
Personalmente admiro a Miguel de Unamuno, por su ausencia de miedo a la libertad de pensamiento y de acción.
Es propio de los humanos aferrarse a ideas y creencias (en el sentido de Ortega y Gasset que llega a decir que en ellas somos y vivimos), ideologías concretas, religiones e iglesias, partidos políticos, periódicos, etc. A los humanos nos da miedo la libertad, la mayoría no saben dudar y no se atreven a poner en duda sus ideas y creencias.
No fue el caso de Unamuno que dudaba de la existencia de Dios y del Ateísmo, justo porque ninguna de estas alternativas pueden probarse racionalmente. Este fue el origen de "Sentido trágico de la vida".
Ni fue mezquino o sectario en su acción política, dispuesto a apoyar causas cuando las creía justas y a abandonarlas si se pervertían: desterrado por la dictadura de Primo de Ribera, partidario de la República frente a la monarquía, decepcionado y hartado de la República, aceptando la intervención militar (aun no se conocía que el golpe militar acabaría en dictadura). Pero pronto se dio cuenta que los militares eran unos bárbaros y les rechazó.
Siempre siguió lo que creía más correcto, sin miedo a la libertad de acción. Un hombre verdaderamente libre.
Leí siendo muy joven los libros que estaban prohibidos por la Iglesia y la Dictadura. Y me emocionó especialmente su obra sobre San Manuel Bueno, un sacerdote de un pueblo de la zona de Sanabria, que dejo de creer en su fe religiosa pero, por compasión empática, no se lo dijo a sus feligreses, ya que la religión era su único consuelo. en medio de tanta miseria. Un buen dilema que Manuel, santificado por Unamuno, resuelve con el corazón.
Fue un hombre de convicciones razonadas y de buen corazón.
Unamuno, gran hombre, auténtico y libre, sin miedo, que puso por delante la dignidad del ser humano.