El sábado 19 de junio de 2021 quería dejar un libro mío para un escritor bejarano en el Casino Obrero de Béjar. Por la mañana la puerta estaba abierta pero no había nadie en ninguna parte. En el salón de actos había un evento y llamamos solo para dejarle el libro a una persona pero una secretaria detrás del cristal hizo un gesto de silencio. Parecía un cuadro misterioso de Magritte.
Por la tarde volvimos y las puertas seguían abiertas pero tampoco había nadie en ninguna parte. Nadie respiraba en ningún sitio. Vimos el bar cerrado, caminamos por los pasillos sin nadie. Llegamos a una biblioteca fantástica, con una vista increíble sobre las montañas, y me puse a leer un periodico en una mesa inclinada. Me fascinaba aquel templo de la cultura sin un alma ni una respiración. Decidimos marcharnos. Dejamos mi libro clavado en un tablero. Pensé en la película "El resplandor" de Stanlay Kubrick, pensé en que aparecería Jack Nicholson con un hacha rompiendo una puerta.
Pero en realidad aquello parecía la atmósfera de una película de Alfred Hitchcock. Una vez vi en Dinard en Bretaña una casa mirando a los acantilados que según dicen inspiró la casa de Norman Bates antes de aquella otra casa en Estados Unidos. Pero a mí el Casino Obrero de Bejar ese sábado me sugirió los interiores fantasmales de la película "Psicosis". Tal vez la única psicosis era sentirse silencioso entre libros y montañas. Me pareció conminador y fascinante.
Despues, a las seis de la tarde, en la estación de autobuses todo estaba cerrado. No solo estaba cerrado el bar, lo cual ya daba angustia, también estaba cerrado el vestíbulo, y los baños, y todas las puertas menos una trasera. Todo se arreglaba por internet sin presencia viva. Pero eso ya no es Béjar, eso es la modernidad.
ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR