OPINIóN
Actualizado 21/06/2021
Antonio Matilla

Tuve el privilegio el pasado jueves -junto con otras 25 personas- de ser acogido en la Base Aérea de Matacán, por su coronel, D. Carlos María Bernardo Anaya, en una visita guiada por buena parte de las instalaciones. Fue un baño refrescante para personas acostumbradas a bregar cada día con los valores espirituales y religiosos, en comunidades urbanas muy diversas entre sí ?sacerdotes del Arciprestazgo de Santa María de la Vega y San Juan de Sahagún- o con los valores espirituales, religiosos y patrimoniales ?dos canónigos, el gerente de nuestra Catedral y tres guías de Turismo- o con los valores espirituales, eclesiales y humanos de varios laicos cristianos que desempeñan tareas de voluntariado o profesionales en la Unidad Pastoral del Centro Histórico (parroquias de San Martín, la Purísima y San Sebastián) atendiendo a las sacristías y acogiendo a los visitantes, gestionando la acogida también en el despacho parroquial, acompañando a grupos de mayores, tan baqueteados durante esta pandemia, llevando la economía de la Unidad Pastoral ?recursos siempre escasos para tareas cada día más ampliadas- o jugándose el pellejo y la salud personal, cada día, en la atención espiritual, religiosa y humana a los enfermos de nuestros hospitales y a los sanitarios que les curan y que han sido y siguen siendo ejemplo de entrega, a la par científica, generosa y heroica, aunque ellos se quiten continuamente estas "medallas".

¿Y qué relación hay entre la Catedral, la diócesis y sus parroquias, con los militares y civiles de la Base Aérea de Matacán, representados en su coronel Jefe? Vaya por delante que, a los militares, como a todos los que entran en nuestras iglesias, no les preguntamos por sus creencias, pero procuramos acogerlos. Dos botones de muestra: hace muchos lustros, en los años cuarenta del pasado siglo, un grupo de pilotos militares de Matacán quisieron dedicar un altar a la Virgen en la parroquia de San Martín, con el emblema de Aviación tallado en piedra a los pies de la imagen; aunque no les preguntemos por sus creencias, no pudimos por menos de emocionarnos ?que recuerde Juan Pedro Manzano- cuando un nutrido grupo de altos mandos de Aviación piden humildemente permiso para cantar en latín la Salve ante la imagen de la Virgen de la Vega, en la iglesia Vieja de nuestra catedral. Militares y civiles, ciudadanos todos, no podemos por menos de compartir y respetar unos valores que dan consistencia a la paz social, que dan seguridad a nuestra vida y la ponen en pista de despegue hacia horizontes más altos que los que marca la rutina cotidiana. Se trata de valores prepolíticos que dan consistencia a la vida en comunidad, en sociedad: el esfuerzo, la competencia, el respeto a cada persona, sea baja o alta, la responsabilidad, el trabajo en equipo, el estar dispuesto a dar la vida día a día, o de una tacada, por valores universales que superan las capacidades, por más altas de sean, de la persona individual. La Patria es uno de esos valores, la patria chica y la Patria ampliada, que en último término, para los cristianos, es el Reinado de Dios en el que, por definición, no se excluye a nadie y se incluye a todos, de forma que, parafraseando el refrán, "el que más sepa o más vocación de servicio tenga, que más diga".

¿Y qué vi en Matacán? Empezando por lo más "aparatoso", nunca mejor dicho, un "aparato", un avión muy querido por mí, por ser el último que voló mi tío Eliseo, q.e.p.d., piloto militar, un T-6 perfectamente conservado y expuesto. Y antes, una de las joyas de la aviación, posiblemente el mejor avión de transporte jamás diseñado ?salvando las distancias y confundiendo las épocas y las tecnologías- un DC-3 (lo digo por la librea, porque bien pudiera ser un C-47, que es casi lo mismo, pero en versión militar). Siguiendo con los aviones, tuve un ataque de orgullo mezclado con melancolía cuando subí por la rampa a un CASA CN-235 Made in Spain y pude sentarme unos segundos en el asiento del copiloto de uno de los mejores aviones de transporte táctico del mundo; de orgullo mezclado con melancolía porque los aviones, perfectamente mantenidos ?la Base ha recibido más de un premio nacional por ello- son sin embargo muy veteranos, por no decir viejos, y merecerían un relevo; algunos compañeros se sentaron también a los mandos de un CASA C-101 Aviojet, de entrenamiento avanzado, que está a punto de rendir el alma, porque los aviones no deben sobrepasar un número de horas de vuelo y de ciclos de despegue-aterrizaje.

Durante el resto de la visita tuve una sensación agridulce. Bueno, más bien dulce, porque pude contemplar un derroche de profesionalidad, preparación intelectual y técnica, charlando con los profesores de los simuladores de Control ?formadores de los famosos controladores militares-, algunos de ellos con dos títulos de Ingeniería, con una calidad intelectual y humana y un entrenamiento tan bueno en el trabajo en equipo que les ha hecho diseñar simuladores utilizando componentes electrónicos que pueden adquirirse en algún gran almacén, de modo que, lo que si se importara de Estados Unidos costaría varios millones de dólares, ellos han sido capaces de componerlo por poco más de 80.000 ?. A dónde llegará su dedicación y su capacidad que uno de los modelos ha sido replicado y está siendo probado por AIRBUS, la multinacional europea de aviación, con gran éxito. Pero no todo, con ser importante, ha de ser tecnología; lo más importante es el capital humano del personal. La Unidad anda sobrada.

El sabor amargo me viene por la evidente falta de presupuesto. Desde luego son expertos en optimizar los pocos recursos económicos de que disponen. De hecho, en el ámbito general de la Defensa, el Reino de España está dedicando un 0,9% -un 1,15% si se emplea otra forma de contabilidad-, muy lejos del 2% que está recomendado por la OTAN. El Ejército español, también el del Aire, evidentemente, es un Ejército plenamente democrático. ¿No será que el Gobierno español ?los sucesivos Gobiernos- no se han atrevido a ampliar el gasto militar por miedo a residuos antifranquistas y antimilitaristas en una parte de la población? Si así fuere, están perfectamente equivocados, pues el valor añadido que aportan La Aviación, el Ejército y la Armada ?económico, de I+D+I, de formación profesional y de formación humana en valores espirituales, cívicos y democráticos, está más que justificado y es fácilmente demostrable.

Una única y pequeña frustración, que puede subsanarse en el futuro, cuando hayan disminuido las pandemias que nos asolan: me hubiera gustado asistir, en nuestra catedral, a una misa en memoria de la Virgen de Loreto, patrona de la Aviación, donde algún católico que otro hay.

Deseo al coronel Bernardo, D, Carlos María, un buen desempeño en su nuevo destino. La amistad no tiene fronteras?y menos por el Aire.

Antonio Matilla, sacerdote

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