OPINIóN
Actualizado 05/06/2021
Isaura Díaz Figueiredo

Me he referido, hace un año, que el Covid, llegará el día en qué nos dejará, pero el tsunami mental, no va desaparecer tan pronto. Las urgencias en psiquiatría infanto-juvenil han aumentado más de un 50%, a esto hemos de unir los trastornos alimentarios, como bulimia (Trastorno de la alimentación de origen neurótico que se caracteriza por períodos en que se come compulsivamente, seguidos de otros de culpabilidad y malestar, con provocación del vómito. MSD V) Anorexia (Trastorno de origen neurótico que se caracteriza por un rechazo sistemático de los alimentos; suele ir acompañado de vómitos provocados, adelgazamiento extremo y, en el caso de las mujeres, desaparición de la menstruación. MSD V) Autolisis, o autolesiones.

El confinamiento, la reducción de interacciones sociales, la presencia de enfermos en el hogar o el miedo a la muerte de un ser querido, provocaron un empeoramiento importante en la salud mental. No era catastrofista cuando dije que "Una nueva pandemia nos amenaza".

Pensemos en un piso de 70 metros, donde conviven, niños, adolescentes, padres y abuelos, el aburrimiento en el periodo más activo de sus jóvenes vidas se trunca, la formación se paraliza, claves para formar una personalidad bien cimentada. La incertidumbre del paro que afecta a sus padres, causa alarma, haciendo que ansiedad, depresión, trastornos obsesivos relacionados con la alimentación aparezcan. Las respuestas a sus miedos, no llegan, no por mala fe de los progenitores, es qué ni ellos saben que les depara el futuro. Antes, si el hijo mostraba preocupación por algo, ellos sabían darle respuesta, ahora el escenario es incierto para todos. La pandemia se cebó con la adolescencia en la parte psiquiátrica, autolisis, alertas de suicidio, pensamientos suicidas. Se hizo uso excesivo de las pantallas y surge otro problema, la adicción a las mismas.

Jóvenes son impulsivos, necesita estar con iguales, amigos, compañeros, expresar que sienten, compartir inquietudes propias de la edad. La pantalla aporta la negatividad en el juego, juegas con y contra una maquina, haciendo que crezca la soledad acompañada de violencia. No quiero antes de terminar de mencionar las palizas que han recibido muchas madres, por ser la parte más vulnerable. Debemos tener en cuenta, que la niña es más susceptible de caer en la redes depresivas y trastornos alimentarios que el niño. No puedo darles una explicación. Solo me resta recordar a los padres lo importante de una buena relación, dialogo y confianza, no dejen de estar atentos a su conducta, detectar a tiempo los problemas es evitar cronificaciones.

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