OPINIóN
Actualizado 22/05/2021
Tomás González Blázquez

No está allí, en su hornacina de siempre, en su barroco camarín que rompe la línea de la calle Sorias para mosqueo municipal, en su capilla que hace tantas veces de oratorio, de consulta y de escenario de reencuentros. Faltará Ella, la Virgen de los Dolores, durante los próximos meses, porque ha sido requerida para formar parte de la ya cercana exposición Lux, dentro del ciclo Las Edades del Hombre. Se mostrará, concretamente, en el Santuario de La Peregrina de Sahagún, patria chica del santo patrono de Salamanca. El itinerario expositivo, siguiendo el camino jacobeo en este Año Santo, comienza en la Catedral de Burgos que celebra su octavo centenario, continúa en las magníficas iglesias de Santa María del Camino y Santiago en Carrión de los Condes, y culmina en Sahagún, donde además del citado templo será sede la iglesia de San Tirso.

La Dolorosa de la Vera Cruz, no tengo dudas, será palabra importante en el relato que llegue a los ojos de cuantos visiten Lux, pero tiempo habrá de ponerla en su contexto cuando sea inaugurada la muestra. Ahora ya no está la hermosa talla de las siete espadas, desde luego, en su hornacina de siempre, en su barroco camarín, en su capilla, pero con todo, permanece Ella, icono de la permanencia fiel al pie de la Cruz. Su azul estandarte de raso, bordado por las Esclavas del Santísimo en 1996, y la pequeña reproducción en madera policromada, que donara a la cofradía doña Marcelina Cruz en 1923, recuerdan que nos encontramos en una capilla edificada y decorada en honor de la Virgen de los Dolores, esa delicada imagen de comienzos del XVIII en la que Miguel de Unamuno percibió serenidad y nobleza en la expresión del dolor, y le pareció ver a su patria, España.

Desde 2019, también este lugar acoge la reserva de la Eucaristía en la Capilla de la Vera Cruz, y esto ha terminado por señalarlo como uno de los más recogidos y privilegiados para la oración, frecuentado desde la tarde del viernes hasta la mañana del domingo, y ojalá cada vez con mayor amplitud horaria. La lámpara nos recuerda que allí está reservado el Santísimo Sacramento, en uno de los tres sagrarios de la cofradía, el de las ciervas sedientas que beben en la fuente: "Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?" (Salmo 42, 2-3).

La imagen sagrada de la Madre se ausenta, mas aguarda en el sagrario el Hijo verdaderamente presente. Una representación de la Virgen, tan querida en Salamanca, se comparte en Sahagún para miles de personas, mientras el fruto bendito de su vientre se sigue partiendo y repartiendo en el Pan eucarístico, que es custodiado y adorado. No está La Dolorosa, pero sopla el Espíritu en su casa, en su rincón discreto, en la estancia donde tantos buscamos y encontramos, donde nos buscamos y nos encontramos en un Pentecostés que siempre se nos ofrece como don y tarea.

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