"Todos tenemos muchas ganas de quitarnos la mascarilla y hacer una vida normal, pero hay que hacer todavía un pequeño esfuerzo", y como subraya, "vacunarse"
Ha sido una de las profesionales sanitarias que han estado, y siguen estando, en primera línea, ya que en su caso trabaja en una de las ya conocidas como zonas Covid-19 del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca. Incluso, como ahora recuerda, desde antes de que la Covid-19 fuera declarada oficialmente como pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en España se decretara el primer estado de alarma y el confinamiento domiciliario. "Estamos allí desde el primer día, casi febrero, porque las primeras sospechas también ingresaron en nuestra planta", explica Fátima Rivas, una de las enfermeras cuyo testimonio es un fiel reflejo del impacto que ha tenido la pandemia en el último año y de los momentos tan duros que les ha tocado vivir como profesionales sanitarios.
"Ha sido durísimo", reconoce, "la situación más dura de nuestra experiencia laboral. Y sobre todo el miedo del principio, la incertidumbre, no saber a lo que te enfrentas, el miedo de llevarlo a casa y contagiar a la familia", relata. Y un año después, pese al cansancio y el agotamiento, aquí siguen, luchando contra una pandemia que todavía no ha terminado.
"Anímicamente la gente más joven ha aguantado bien, pero llega un momento que tanto física como emocionalmente el cuerpo responde negativamente, con ansiedad, problemas para dormir", explica al respecto. En su caso, añade, no han tenido problemas de material de protección durante la pandemia, "en nuestra planta nunca ha faltado", aunque sí reconoce que "en las puntas de las olas sí puede haber hecho falta más personal".
Si ya de por sí la labor que realizan las enfermeras es esencial -uno de los pilares del sistema sanitario-, con la pandemia aún más, y de ahí la importancia de visibilizar ese trabajo. "Esta situación nos ha hecho más visibles de cara a la sociedad, esperemos que no se olviden". "Hemos percibido el agradecimiento, y eso te anima a seguir", añade, especialmente en situaciones tan duras a las que ha obligado a enfrentarse esta pandemia. "Lo más duro de esta enfermedad ha sido la soledad de los pacientes, y en el caso de los fallecimientos, los que han muerto solos. Ha sido muy duro", subraya.
Aunque el avance de la vacunación, especialmente de los colectivos más vulnerables como las personas mayores, está frenando los ingresos hospitalarios, sigue habiendo pacientes que tienen que ser hospitalizados por Covid-19. El virus sigue ahí, algo que no podemos olvidar, por lo que no hay que bajar la guardia.
En estos últimos meses, como explica, ha cambiado el perfil del paciente Covid-19 en Salamanca. "Ahora hay gente más joven, se nota que ha bajado mucho la edad, porque los mayores ya están vacunados, no hay contagios en las residencias, y ahora el perfil es otro. Gente más joven, que se recupera antes, pero sigue habiendo gente que tiene ir a la UCI", añadiendo que, aunque en esta cuarta ola hay menos pacientes, "nuestra planta nunca se ha vaciado, la presión hospitalaria ha sido brutal".
Es evidente, tras más de un año de pandemia, "todos tenemos muchas ganas de quitarnos la mascarilla y hacer una vida normal, pero hay que hacer todavía un pequeño esfuerzo". Y para ello es fundamental vacunarse. Los profesionales de Enfermería inciden en este mensaje.
"Tenemos ya suficientes datos de que la vacuna funciona, es necesario vacunarse, no hay que tener miedo porque la vacuna es lo que nos va a salvar. Todo el que se pueda vacunar que lo haga porque es muy importante". No menos importante es la prevención y las medidas que hay que seguir adoptando (mascarilla, lavado de manos, distancia social?). "La gente tiene que seguir cuidándose, cuidando a los demás. Cada uno en esta pandemia tiene que hacer su aportación, y eso nos ayudará a nosotras y a salir de esto", añadiendo un mensaje de optimismo: "Creo que ya vamos viendo la luz".