OPINIóN
Actualizado 03/05/2021
María Jesús Sánchez Oliva

La pandemia ha sido capaz de acabar con la salud de muchos y de algunos posiblemente para siempre, con la vida de no sabemos cuantos y seguramente ni lo sabremos nunca, con el trabajo de muchos trabajadores y con los ahorros de no pocas familias, pero no ha sido capaz de librarnos de las campañas electorales, que es lo que la mayoría estamos deseando para descansar de esto al menos.

Ya hemos perdido la cuenta de los años que llevamos de campaña electoral todos los días. Los políticos hacen campaña electoral para llegar al poder, ganan las elecciones y siguen de campaña, las pierden y no dejan de hacerla para volver a ganarlas. Y todas pueden resumirse en una interminable carrera que todos aceleran al máximo en cuanto huele a elecciones para ser los que más mentiras inventen, más alto griten promesas que no piensan cumplir y mejor insulten.

Esperábamos que la campaña electoral de Madrid, que como todas las autonómicas se celebran en clave nacional, fuera como tantas otras, pero si no queríamos caldo, a tomarnos tres tazas. A tantos despropósitos ha habido que añadirle el envío de cartas con balas y cuchillos con amenazas de muerte a políticos y representantes de distintos partidos. ¡Increíble, pero cierto!


Las primeras investigaciones apuntaron como autor de los indignantes hechos a un loquillo de a pie que incluso puso su remite en uno de los envíos. Pero ¿quién puede creer esta estupidez? Llevamos tanto tiempo con ministros y con ministras que se acuestan con una cartera y se levantan con otra, con altos cargos que hay que cambiarles el orden para que no parezcan repetidos, con ministerios que nacen nuevos o cambian de nombre cada dos por tres y con partidos que surgen como por ensalmo de la noche a la mañana que ya ni los cuerdos sabemos sus nombres y sus funciones, y si esto nos pasa a los que todavía podemos pensar con cierta normalidad, ¿cómo va a saber alguien que anda algo despistado dónde, cómo y a quién tiene que enviar sus abominables cartas para que lleguen a su destino con tanta precisión?

Es evidente que detrás de esta macabra campaña hay alguien que sabe los pasos que hay que dar, que puede comprar voluntades y contar con cómplices, y aunque solo sea porque en el punto de mira están los políticos, esperamos que pronto sea desenmascarado y puesto a buen recaudo, porque una cosa es tener que soportar las penosas campañas electorales y otra muy distinta tener que asistir a espectáculos propios de mafiosos.

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