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Aún recuerdo los años en los que nos insistían que la información y la opinión debían circular por vías diferentes dentro de la prensa. Hoy, aquel principio está muerto. Se opina en las noticias y se da por verdadero el parecer del redactor, sin que medie más certeza, en muchas ocasiones, que los gustos o ideología del que paga.
La prensa se degrada, se convierte en vertedero de desinformación, de información sesgada, corrompida.
Absurdo. Real. ¡Cruel!