OPINIóN
Actualizado 17/04/2021
José Fermín Rozas

Banco pintado esta semana en la Glorieta de Vettones y Vacceos.

Cuando se pasea por la ciudad indudablemente se pueden encontrar sorpresas en las calles. Desde hace tiempo insisto en la extendida falta de mantenimiento en el espacio urbano. Es demasiado habitual topar con bancos en mal estado, fuentes sin funcionar, arboles desaparecidos o mal podados (y a destiempo), baches perennes, mobiliario urbano en mal estado etc., etc? Aunque, siendo justos, la ciudad también se cuida mejor, y quizás por eso nos fijamos más.

Pero ello no evita que pueda llamar en exceso la atención encontrar alguna acción municipal en sentido contrario. Como en los bancos para sentarse, escasos o inexistentes todavía en demasiados lugares. La política de los últimos años parecía ser la de olvidarse de ellos hasta caerse a pedazos y ponerlos nuevos. No sé si esta decisión se tomaba tras un estudio financiero de la acción, y la conclusión de ser la forma más barata.

Banco pintado en diciembre pasado en María Auxiliadora.

Desde luego no voy a reivindicar eso de cualquier tiempo pasado fue mejor, pero no olvido los bancos de los jardines de Torres Villarroel recién pintados cuando jugaba allí. Empiezan a ser muchos años, es cierto. Pues esto mismo encontré hace pocos meses en María Auxiliadora cerca de un conocido Centro Comercial. Entonces manifestaba la esperanza que fuera una señal de cambio frente a la política de esperar a su máximo deterioro y ponerlo nuevo. Y esta semana encuentro varios bancos recién pintados en la glorieta de Vettones y Vacceos.

Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio recordaba estos días la desaparición de este banco en la Calle de Vázquez Coronado.

El proceso parece ser lento, pero confiemos sea al menos imparable. La práctica de usar y tirar aplicada a todo no puede ser la más barata, ni la más conveniente para un planeta en riesgo debido a nuestras malas acciones. Cambiar un banco deteriorado, consecuencia de una mala gestión, por otro nuevo supone más gasto de metal y otro árbol cortado. Esos mismos que tanto les cuesta sustituir a nuestro Ayuntamiento cuando desaparecen de los alcorques, como hemos señalado varias veces, aunque también hay indicios de cambio a este respecto.

Detrás de este añejo cartel está el colegio de Alfonso X El Sabio, por si en el Ayuntamiento no lo sitúan.

Por cierto, esos bancos recién pintados conviven con un eterno cartel de obra de incierto recuerdo. Parece no molestar a pesar de su deterioro. Ahí sigue desde hace lustros camino de su cuarta o quinta campaña electoral, quizás el objetivo de su supervivencia pues tampoco es el único. También es mantenimiento eliminar objetos inútiles en el paisaje urbano tras perder su función. Existe cierta querencia municipal por mantener carteles improductivos y molestos en la ciudad, incluso aquellos privados atentatorios contra el patrimonio incumpliendo ordenanzas municipales y demás normas.

Con demasiada frecuencia Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio debe recordar estas prácticas contrarias a las normas, en este caso recientemente en la Calle de Libreros.

Esperemos expectantes ver la consolidación de estas nuevas y bienvenidas prácticas. Indudablemente mejoran la calidad de vida de la ciudadanía y el aspecto de la ciudad. Si toman velocidad y se vuelven una costumbre, carteles incluidos, habremos avanzado mucho y ganaríamos todos.

Unos alcorques que parece no verán más árboles. La nueva Savia política ambiental municipal.

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  3. >¡¡¡Aleluya….!!!, pero susurrando.