OPINIóN
Actualizado 15/04/2021
Alfredo Pérez Alencart

Dejo conocer tres poemas del libro 'Anti-nocturnos del Caribe', escrito por el cubano Jorge Gabriel M. Vera y recientemente publicado por Editorial Betania, dirigida por el poeta Felipe Lázaro. Vera (La Habana, Cuba, 1984), reside en Madrid desde 2013. Diplomado en Teología por la Universidad de Salamanca a distancia, mediante el Centro Fray Bartolomé de las Casas de los Dominicos (2013). En el año 2014, en Madrid, creó el blog Ágora y Omega que recientemente pasaría a llamarse ANARCOS por CUBA donde publica poesía, ensayos y relatos. Ha colaborado con diversas revistas digitales, entre ellas Cuba Literaria, Ediciones Digitales y la revista VozxCuba. Finalista en I Premio "Nueve Musas Poesía" 2020 con su poemario 'Los Umbrales y el Tanka sordo'

Las Musas y Apolo

PROTOCOLO DE LAS MUSAS

Sembrarse de cordura es la muralla

Que le toca a Calíope una rumba,

Enterrarse, vivir como una tumba

Que nos recauda el cuerpo con su talla.

¡Galeones! Vale más nuestra deriva

Por ensenadas que han enloquecido.

Si la sorpresa es el don del descuido,

Quiero ser cifra, sol, letra cursiva.

Trompeteas arpegios de ultramar,

Guaguanconeas gaitas sin parar.

Se nos reparte el secreto de un grito.

Bajo las fauces que esconden el sueño

¡Qué arda en el acuse de un perito

Quien no sea un quijote caribeño!

FILACTERIA EN LA PALMA NOCTURNA

¿Quién te deja en la cúpula invertida?

¿Qué manos te abrazan sin la jornada?

¿En qué vuelos de la nocturna huida

un gesto te repara de la nada?


Tras el mármol, la siniestra guarida.

Al evocar, en la fe, tu evacuada;

me aguarda la aritmética prohibida,

los caprichos de una parca apurada.

Más te adoré entre cruentas Potestades:

esos grilletes de ley, que no evades,

no me ceden ni una cuarta de tu alma.

Quedará la paz del tiempo borrado,

dos corazones en alguna palma

cuando este poema nos haya olvidado.

LOS OJOS DE GEA

Nuestros naranjas harán recorridos

entre las sábanas de la mañana,

laberinto en que se pierden los ruidos

que hacen los miembros en una membrana.

Gea de los difuntos y zumbidos,

tu parto abre el amor que nos profana.

La batalla, tu lecho tras la humana

vastedad del espectro en los descuidos.

Despiertan los selváticos dinteles.

Las alondras que posan anaqueles

aceptan el reino de las libélulas.

Todo lo ven con los ojos de Gea,

cabalgan sobre las cifras en células

hacia el martirio por la chimenea.

Portada del poemario editado por Betania

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