SOCIEDAD
Actualizado 06/04/2021
Redacción

Los niños menores de diez años y las mujeres embarazadas deben evitar el consumo de especies con alto contenido en mercurio, como el pez espada, el atún rojo, la tintorera o el marrajo

En un reciente estudio, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha analizado la presencia de mercurio en 21 especies de pescados, cefalópodos y mariscos. Los resultados confirman una elevada concentración de este metal pesado en el pez espada, el atún rojo y la tintorera o el marrajo. En estos casos un adulto no debería consumir más de 40 raciones al año, mientras que los niños menores de diez años y las mujeres embarazadas deben excluirlo de su dieta.

Los resultados, publicados en la revista OCU-Salud de abril, revelan además una presencia media de mercurio en otros pescados habituales en nuestra dieta, como el bonito del norte, la lubina y la merluza. Un contenido no desdeñable que invita a alternar su consumo con otras especies en las que el contenido de este metal pesado sea bajo.

En el resto de especies analizadas, apenas había contaminación por mercurio, por lo que su consumo no presentaría riesgos para la salud. De hecho, cuando los niveles son bajos la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) aconseja tomar tres o cuatro raciones a la semana, alternando diferentes tipos de pescados, moluscos o cefalópodos. Su aporte nutricional, rico en proteínas, vitaminas y minerales, es fundamental para mantener una dieta sana.

Para llevar a cabo este estudio, se han realizado más de 100 análisis de productos en su mayoría frescos, pero también con productos congelados y en lata. La mayoría de los productos analizados presentan niveles bajos de mercurio: entre ellos, destacamos los moluscos bivalvos como mejillones y almejas, los cefalópodos como pulpos y calamares, los crustáceos como langostinos y especies de pescado como salmón y lenguado.

¿Por qué se contamina el pescado con mercurio?

¿De dónde sale ese mercurio? ¿Qué riesgo entraña y cómo se puede evitar? El mercurio se libera al medio ambiente a través de procesos naturales y está presente en el suelo, el agua y la atmósfera. El problema es que la actividad humana aporta grandes cantidades de mercurio al medio ambiente a través de la incineración de residuos sólidos, la utilización de combustibles fósiles o el uso en las industrias de este metal. Las plantas y los animales se contaminan con mercurio a través del medio ambiente, y el metal se transfiere y acumula a lo largo de la cadena trófica. En el caso del hombre, el consumo de pescado constituye la mayor fuente de exposición a este contaminante.

El mercurio pasa a los pescados mediante la alimentación, de manera que los peces más depredadores, que también son los más grandes, acumulan mayor cantidad.

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