OPINIóN
Actualizado 06/04/2021
Redacción

Si habláramos más de lo bueno del contrario y dejáramos las diferencias de lado para potenciar aquello que nos une, haríamos grandes cosas

Dentro de mi agenda cargada de compromisos, actividades y tareas, intento disfrutar de cada minuto. Reconozco que tengo un problema, el trabajo que desempeño me gusta, aunque hay días que mandaría todo al traste (me imagino que como todos); el caso es que llevo tiempo con ganas de poner límites en los horarios, y mira que lo intento, pero me engaño a mí mismo: cuando esto pase? cuando llegue esto? el próximo año? el caso es que detrás del uno viene el dos, luego el tres y no paro, no hay fin. Mi mujer me dice que lo llevo en la sangre, que lo mío no es normal y que, cuando consigo estar tranquilo, ya estoy dándole vueltas a otra cosa. Me encuentro liderando empresas y el otro día viendo en familia la última película de Disney "Raya y el último dragón", pensaba que hay veces que me cuestiono lo mismo que Sisu, una de las protagonistas: "No sé por qué me eligieron a mí, podía haber sido cualquiera, lo único que sé, es que confié en ellos y ellos confiaron en mí", una película que os recomiendo por los valores que transmite, entre ellos la confianza.

Lo cierto es que, gracias a mi trabajo, puedo disfrutar de grandes momentos. El mes pasado estuve con Vicente del Bosque ¡qué grande es! Y de ese encuentro, me quedo con esta frase: "si habláramos más de lo bueno del contrario y dejáramos las diferencias de lado para potenciar aquello que nos une, haríamos grandes cosas". Cuando estás con Vicente te das cuenta de lo humano, sencillo y cercano que es, quizá su forma de ser es lo que genera que los que estén a su lado tengan la suficiente confianza para darlo todo.

A veces las personas nos complicamos mucho, nos obsesionamos con que todo sea perfecto y esté controlado, y cada vez estoy más convencido de que la perfección no existe. Basta simplemente con intentar cada día mejorar, crecer, superarse y tener el coraje para dar el primer paso, en lo que sea, aunque en principio pueda parecer algo imposible.

Cada vez más veo la confianza como un valor extraordinariamente poderoso, para ser más exacto, la confianza (en sí mismos o hacia los demás) que desprenden ciertas personas. Son tremendamente atractivas las que derrochan seguridad y aún más las que son capaces de generar impulso y confianza en los demás. Y no hablo de confianza como exceso de prepotencia o falta de miedo, más bien al contrario, hablo de esa que es humilde y tan humana que tiene miedo a menudo.

Quizá el éxito o la felicidad dependen, en cierta manera de la suerte, aunque también de la confianza que desprendemos y compartimos. Vicente del Bosque, salmantino, es un claro ejemplo.

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