El periodista Carlos Cuervo ofrece su visión sobre la situación actual del Salamanca UDS tras dejarse empatar en el añadido por el Lealtad en el inicio de la segunda fase
Experto en hacerse el harakiri. Así se podría definir al Salamanca UDS de los últimos años sin ningún tipo de duda tras los numerosos varapalos que el equipo charro se ha llevado en los partidos decisivos o en momentos claves, independientemente de los jugadores que estuvieran sobre el campo o el entrenador que ocupase el banquillo.
La última herida que sufrió el club del Helmántico fue el pasado domingo al ver que el Lealtad, uno de los peores equipos que ha pasado por el feudo blanquinegro en las tres temporadas de Segunda B, se llevó un punto que dejó con cara de tontos a todos los allí presentes por lo que presenciaron en el añadido de un partido que tuvo poca chicha.
Sin embargo, no es la primera vez, ni la segunda, ni la tercera? ya son muchas. Y a la gente le duele. Las ocasiones en las que la afición del Salamanca se pudo ir contenta para casa se cuentan con los dedos de una mano casi: los triunfos en el derbi, la remontada al Navalcarnero, el empate sobre la bocina al Real Madrid Castilla y muy poquito más. Es duro, pero es lo que hay.
Es obvio que todos sus hinchas se sienten orgullosos de poder ver jugar a su equipo cada 15 días, aunque los chascos son constantes. Y para muestra un botón: después de que los seguidores charros fueran en masa a renovar su abono para la segunda fase, bofetón a mano abierta a las primeras de cambio. Lo dicho, el Salamanca UDS es un experto en inmolarse el día que menos debe?