Llegó la primavera. De ahí vienen las palabras primor, primoroso primaveral. Por ser la estación en la que todo es un primor, una hermosura. Y por eso los músicos entonan himnos a la primavera y los pintores pintan los almendros en flor que florecen los primeros en primavera. Y los narcisos despliegan sus trompetas amarillas hacia la tierra invitándola a que florezca ya y se cubra de verdor de flores y de frutos.
Y vuelven las aves migradoras y llenan de cantos y trinos los bosques, los montes, los valles y el azul de los cielos. Veo ante mi ventana la pareja de palomas que revolotea gozosa entorno, y ligan escondido donde han hecho su nido, y se arrullan haciéndose el amor. Y estoy deseando volver a mi refugio del monte para ver aquellas bandadas de jilgueros que atraviesan raudos y alegres la arboleda y llenan de colores el aire puro del encinar umbroso. Y podríamos hacer un relato infinito de las maravillas de esta tierra, tan sencillas y cotidianas. Pero nuestro pensamiento se queda sorprendido y nuestro corazón agradecido ante el regalo de una flor silvestre que nace sola en el campo y es un don de la naturaleza, que con todas las flores, con todas las aves, con todos, con todos los montes, los valles? con todo el universo hogar común de todos, de los ricos y de los pobres, de los poderosos y de los débiles, de soberbios y de los sencillos.
Y mientras tanto nosotros aquí nos debatimos en nuestras disensiones y peleas. Y no sabemos qué hacer con la pandemia cuando creíamos que somos superhombres.