Doce meses han pasado desde que el virus nos cambió la vida de la noche a la mañana. Aquí, desgraciadamente, no cabe decir eso de que "parece que fue ayer y ya ha pasado un año", porque ha sido un año tan difícil, tan duro, tan complicado que ha sido y se nos sigue antojando interminable. Es verdad que el responsable ha sido el virus, nadie lo niega, pero no es menos cierto que los gobernantes le han ayudado mucho: si en lugar de dedicarse a cazar sillones y a no dejárselos quitar cuando a fuerza de pisarse unos a otros los pillan, se hubieran dedicado a trabajar, que es para lo que cobran sueldos millonarios y la obligación que tienen, las consecuencias no hubieran sido tan terribles. Y todo indica que no están dispuestos a cambiar de actividad.
El pasado miércoles nos despertó otro de sus habituales escándalos: moción de censura para desbancar al Gobierno autonómico de Murcia. En la Comunidad de Madrid el escándalo fue doble: moción de censura y convocatoria de elecciones. Ahora serán los tribunales quienes tengan que decidir, pero pase lo que pase, está claro: todos se matan por un sillón. A esta comunidad le siguió la nuestra. Parecía que íbamos a tener tantas mociones de censura como autonomías, pero antes de que acabara el día, todo cambió tan de repente como empezó: los que estaban a favor en Murcia se pusieron en contra a cambio de recibir favores y se acabó la moción de censura. Y el mismo final tendrá la presentada a Castilla y León, porque si hay que comprar voluntades, se compran, y si hay que venderlas, se venden, lo que a todos les importa es el sillón caigan amigos o caigan enemigos.
Mientras ellos se dedican a cazar sillones con estas vergonzosas guerras que pagamos los ciudadanos, el virus sigue causando más daño del que debería causar por falta de medios humanos y materiales para combatirlo, porque una cosa es lo que ellos cuentan que hacen para conseguirlo, y otra muy distinta lo que cuenta el personal sanitario, los enfermos, los que tienen que acudir a los hospitales y a los centros de salud por otras dolencias y los familiares de tantos muertos.