Dejo conocer tres poemas que he traducido de Ruy Espinheira Filho (Salvador de Bahía, Brasil, 1942). Espinheira ha obtenido algunos de los más importantes premios poéticos de su país y es miembro de la Academia de Letras de Bahía. Tiene una licenciatura en Periodismo, una maestría en Ciencias Sociales y un doctorado en Letras.
La poesía de Ruy Espinheira está en perfecta disciplina con el calendario rapidísimo que se trenza sin previo aviso en la carne y el espíritu del hombre. Su yo no siempre indica que hable de él. Y esa tercera persona bien puede ser él. Lo destacable es que vendimia en su memoria instantes que luego nos acompañan siempre, tras leer esos versos mensurables y renuentes a aspavientos o fuegos artificiales: cuarenta años de escritura poética donde palpitan lo visto y lo entrevisto, el amor deseante y el tambor insomne del vacío. Esta poesía no necesita ninguna brújula porque sola se orienta hacia la comprensión de todos. (A. P. A.)
DESPUÉS DE CIERTO TIEMPO
A Carlos Barbosa
Después de cierto tiempo, la única certeza
que nos queda es la de la implacable belleza
de las mujeres que amamos un día, locamente
y hasta, en casos más graves, eternamente?
Y de certezas casi no tenemos nada más,
A no ser la del esplendor de las historias de la hada
Donde hay el príncipe que somos y ella, la que amamos,
y tan felices para siempre, resplandecemos.
Después de cierto tiempo es solo lo que el corazón
nos palpita: esas mujeres que jamás se van
(pues viven en nosotros, mientras no nos hacemos
sombras, en las luces más suaves las soñamos)
y esa alma ideal, si bien tan secreta,
que fingimos no ser nuestra, pero sí de un poeta
que leemos en incierto día y admiramos
tanto que de él hasta en silencio hablamos.
Después de cierto tiempo, la única certeza
son esas cosas de la emoción y de la belleza
que pueden no ser mucho, o aun no ser nada,
pero son nuestro cuento de príncipe y hada
--y hacia más allá nos llevan de esta dura lidia
que contó para nosotros el otro lado de la vida.
ENERO
Enero descendía como las lluvias e inventaba escarabajos
y mariposas y pájaros y renacuajos y
caminábamos descalzos en el barro
y allá estaban las lavanderas con sus muslos
morenos y fuertes como el agua
y que todas las noches me asombraban
cálidamente.
Enero soplaba un viento del primer instante de todo
y lo que respirábamos se llamaba mañana
y fue
lo que yo te quise ofrecer porque eras tan hermosa.
Pero eso sucedió después. Después
como ahora.
Y es para siempre
para nunca más
este exilio
allá afuera
donde espero que el mundo
no se encuentre más.
ADORMECIDA
Observabas los párpados
cerrados
sobre los ojos como aguas oscuras
donde siempre te veías
en toda tu trémula
palidez.
Observabas los parpados.
Y los senos.
Especialmente
los senos,
sobre la blusa ligera,
hacia donde tus manos iban
bajando
lentamente.
Entonces
un ruido cualquiera hirió el lago
del silencio
que venía de la casa,
del patio,
del horizonte,
de tu alma
y luego estabas perdido
como tantas veces después
tantas veces
y ahora.