OPINIóN
Actualizado 14/03/2021
Alfredo Pérez Alencart

Dejo conocer tres poemas que he traducido de Ruy Espinheira Filho (Salvador de Bahía, Brasil, 1942). Espinheira ha obtenido algunos de los más importantes premios poéticos de su país y es miembro de la Academia de Letras de Bahía. Tiene una licenciatura en Periodismo, una maestría en Ciencias Sociales y un doctorado en Letras.

La poesía de Ruy Espinheira está en perfecta disciplina con el calendario rapidísimo que se trenza sin previo aviso en la carne y el espíritu del hombre. Su yo no siempre indica que hable de él. Y esa tercera persona bien puede ser él. Lo destacable es que vendimia en su memoria instantes que luego nos acompañan siempre, tras leer esos versos mensurables y renuentes a aspavientos o fuegos artificiales: cuarenta años de escritura poética donde palpitan lo visto y lo entrevisto, el amor deseante y el tambor insomne del vacío. Esta poesía no necesita ninguna brújula porque sola se orienta hacia la comprensión de todos. (A. P. A.)

DESPUÉS DE CIERTO TIEMPO

A Carlos Barbosa

Después de cierto tiempo, la única certeza

que nos queda es la de la implacable belleza

de las mujeres que amamos un día, locamente

y hasta, en casos más graves, eternamente?

Y de certezas casi no tenemos nada más,

A no ser la del esplendor de las historias de la hada

Donde hay el príncipe que somos y ella, la que amamos,

y tan felices para siempre, resplandecemos.

Después de cierto tiempo es solo lo que el corazón

nos palpita: esas mujeres que jamás se van

(pues viven en nosotros, mientras no nos hacemos

sombras, en las luces más suaves las soñamos)

y esa alma ideal, si bien tan secreta,

que fingimos no ser nuestra, pero sí de un poeta

que leemos en incierto día y admiramos

tanto que de él hasta en silencio hablamos.

Después de cierto tiempo, la única certeza

son esas cosas de la emoción y de la belleza

que pueden no ser mucho, o aun no ser nada,

pero son nuestro cuento de príncipe y hada

--y hacia más allá nos llevan de esta dura lidia

que contó para nosotros el otro lado de la vida.

ENERO

Enero descendía como las lluvias e inventaba escarabajos

y mariposas y pájaros y renacuajos y

caminábamos descalzos en el barro

y allá estaban las lavanderas con sus muslos

morenos y fuertes como el agua

y que todas las noches me asombraban

cálidamente.

Enero soplaba un viento del primer instante de todo

y lo que respirábamos se llamaba mañana

y fue

lo que yo te quise ofrecer porque eras tan hermosa.

Pero eso sucedió después. Después

como ahora.

Y es para siempre

para nunca más

este exilio

allá afuera

donde espero que el mundo

no se encuentre más.

ADORMECIDA

Observabas los párpados

cerrados

sobre los ojos como aguas oscuras

donde siempre te veías

en toda tu trémula

palidez.

Observabas los parpados.

Y los senos.

Especialmente

los senos,

sobre la blusa ligera,

hacia donde tus manos iban

bajando

lentamente.

Entonces

un ruido cualquiera hirió el lago

del silencio

que venía de la casa,

del patio,

del horizonte,

de tu alma

y luego estabas perdido

como tantas veces después

tantas veces

y ahora.

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