OPINIóN
Actualizado 09/03/2021
Alfredo Pérez Alencart

Juan Mares y Pilar Fernández Labrador, con el poemario Memoria lítica (foto de Jacqueline Alencar)

Dejo conocer algunos textos del destacado poeta Juan Mares (Guatapé, Antioquia, 1951. Seudónimo de Juan Carmelo Martínez Restrepo), licenciado en Español y Literatura por la Universidad de Antioquia. Desde 1968 vive en Apartadó, donde fue profesor y director de la Casa de la Cultura. También ha sido profesor de cátedra en la Universidad de Antioquía (Sede Urabá). Entre sus libros publicados están: Poteas y pirontes (1987); Voy a ver pantalla chica (1989); El árbol de la centuria (la ed. 1996, 2a ed. 2004, 3a ed. 2011, 4ª ed. 2016) y Ritmos del equilibrista (2011), Memoria lítica (2019), Ortiga lunar (2010) y Cazador de lunas (2020). Es coautor de Entre la savia y la sangre, recopilación poética de Apartadó (1996), Kalugrafías del instante (2009) y Hojas de caladio (2013). Ha participado en diversos encuentros literarios, como la Feria Internacional del Libro (Bogotá), el III Festival de Poesía Salvador Díaz Mirón (México, 2013), el Festival Internacional de Poesía de Medellín, Corporación Prometeo (2015) o el XVII, XIX y XXI, XXII y XXIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos (Salamanca, 2014, 2016, 2018, 2019 y 2020). Su poesía está incluida en cinco antologías iberoamericanas y nueve colombianas.

Admiro la poesía de Juan Mares?

Juan Mares en su finca, donde siembra palabras y cosecha arroz

EL ECO DE MI SOMBRA

Un día me llamarán mis amigos

Y no responderé.

Por ningún medio responderé.

Quizás estaré en la esencia de una flor

En una fruta madura

En un rayo de sol

En el reflejo de la luna

Un día será el misterio

No sabrán a dónde fui

Podré ser un aire liviano

Una hoja proyectando su sombra

O Estaré atrapado en un sueño de Dios

Un día me llamarán insistentemente, y ya no estaré.

En vano hoy me han llamado

Solo un eco quedará de mis palabras

Sombras como un eco de adiós?

AQUELLA VEZ

¿Recuerdas Mirta, aquella vez?

Diciembre, en el quicio de la puerta

¿Recuerdas ese abrazo y aquel beso?

Y se abrió la puerta al entrar la llave

Como un ¡ábrete sésamo!

Y la puerta fue misterio para los ojos de la calle.

Habíamos entrado quedando en el zaguancito

Entonces se abrieron mis ojos

Vi tu boca sedienta y me dio sed

Bueno, se abrió tu boca, se abrió tu alma de paloma

Y se abrió todo en esplendor y fantasía

Como una flor desplegando su corola de pétalos

Y nos cubrieron tus ojos y los míos

Y contra la pared, toda ella temblando

Sentimos las bengalas sobre un cielo

De primavera celeste: era diciembre 24

Recuerdo, Mirta, no todas las veces

He vivido un diciembre como ese.

Juan Mares y Carmen Ruiz Barrionuevo (foto de Jacqueline Alencar)

DEL UNO AL TRECE

Mi madre se merece un poema

Se merece otros tantos, se merece otros más

Cuando todos los días a las cuatro

-Cuando la aurora acalora sus vuelos-

Ya tiene una caterva de arepas

Y en la olleta batido el cacao.

Todos los días mi madre

Amasa el poema y lo bate

Para sus nietos que van a la escuela,

Para su viejo que suda por mares

Y para el hijo que salió poeta.

Mi madre encarna el poema

Cuando reza

Para que a su hijo que salió poeta

La tuberculosis

Lo deje seguir escribiendo poemas.

Y mi padre teje el poema

Cuando todos los días silba o canta

Y va al trabajo a ganarse el mercado

Más un ojo de buey o de vaca

Para su hijo que salió poeta.

ELOGIO DE LA LUZ

Las palabras como presencia, evidencian el temblor de la espiga,

ante el pajarillo que se posa.

¿Qué otras pueden ser como lo son estas?

¿Qué otra condición que la estética de la soledad frente al mar?

¿Qué otro alarido que la de una voz mirando al infinito?

Y sin embargo, aquí estoy para decir mi sombra,

Porque como ven, hay luz para que ella exista.

Biblioteca Federico García Lorca, de Apartadó (Colombia), donde Mares es Consultor Literario y/o Poeta residente

A JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Hay poetas que iluminan como un sol,

Aposentados en el azul del infinito

Irradian luz de verso acrisolado,

Irradian voz de abscóndita armonía

Y desde el oleaje del viento entre las hojas

Emerge el ruiseñor de contemplación divina

Con un dolor de amor entre el paisaje

Y emerge entre la hierba hasta tus manos

El pelaje de un pollino, plateado, con ojos estelares.

UN POEMA PUTÍSIMO COMO UNA PIEDRA

Vengo. Vengo. Vengo de la periferia de un país de bosques en agonía.

Soy periférico, vengo de un grupo de poetas periféricos

De ríos desnudos y desnutridos que muerden las riberas

Devastándose como aguas en éxodo de sus cauces:

Destruidos por la mirada miope de los hombres.

Sus riberas de lodo en detritus desbordan la miseria.

No somos doctos más que en respirar y tener sueños

Somos versificadores periféricos de la esperanza en los desvelos

Somos los inocentes de la Pe,

De poetas perdidos y contiguos a confines;

Por el pan, por el pez y por la paz con una piedra putísima

De ver tanta gente sin pan, sin pez y sin paz.

No sé en qué lugar silvestre entre fronteras

Acaso entre una ciudad de barrios enfrentados,

Un rio de piedras columbre las miserias

Allá en los extramuros

O en los suburbios de barrios emergentes

(Déjenme la ilusión y llévense las quejas

Dejen que mi corazón explote en canto

Y ella sacuda con sus cabellos mi tristeza),

Dejen que me pierda entre los árboles

Para escuchar el silencio de una aurora.

La blanda piedra que se transforma en casco

Déjenla que corcovee en mi memoria.

Somos los poetas circundantes

Entre los barrios del tibiritavara

O entre veredas donde el mundo es temple

Entre culturas transformándose

Entre lenguajes encontrados

Donde surgen las palabras

Y diversos los conceptos del tiempo, la vida y la muerte

Somos periféricos y triétnicos

Donde el viejo ébano sacude sus hojas en sus rizos

Donde el arroz y el trigo son pitanza universal

Donde el maíz forjó al hombre de América

Somos los inocentes de la Pe,

De poetas perdidos y periféricos;

Por el pan, por el pez y por la paz con una piedra putísima

De ver tanta gente sin pan, sin pez y sin paz.

Abrazo envolvente es la periferia, orilla del todo

Que en su erosión desbordan sus cauces

Tras causas oscuras de solo resaca.

Transfundidos en límites de todo

Refundidos con límites de nada.

Seguiremos siendo los inocentes de la pe

Con una reputísima piedra rechinando en mis ojos

De ver tanta gente sin pan, sin pez y sin paz.

Juan Mares en la Sala de la Palabra (foto de Jacqueline Alencar)

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >'El eco de mi sombra' y otros poemas del colombiano Juan Mares